Página 603 - El Conflicto de los Siglos (1954)

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El tiempo de angustia
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vida antes del tiempo fijado. Pero nadie puede atravesar el cordón
de los poderosos guardianes colocados en torno de cada fiel. Algu-
nos son atacados al huir de las ciudades y villas. Pero las espadas
levantadas contra ellos se quiebran y caen como si fueran de paja.
Otros son defendidos por ángeles en forma de guerreros.
En todos los tiempos Dios se valió de santos ángeles para soco-
rrer y librar a su pueblo. Los seres celestiales tomaron parte activa en
los asuntos de los hombres. Aparecieron con vestiduras que relucían
como el rayo; vinieron como hombres en traje de caminantes. Hubo
casos en que aparecieron ángeles en forma humana a los siervos de
Dios. Descansaron bajo los robles al mediodía como si hubiesen
estado cansados. Aceptaron la hospitalidad en hogares humanos.
Sirvieron de guías a viajeros extraviados. Con sus propias manos
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encendieron los fuegos del altar. Abrieron las puertas de las cárceles
y libertaron a los siervos del Señor. Vestidos de la armadura celestial,
vinieron para quitar la piedra del sepulcro del Salvador.
A menudo suele haber ángeles en forma humana en las asam-
bleas de los justos, y visitan también las de los impíos, como lo
hicieron en Sodoma para tomar nota de sus actos y para determi-
nar si excedieron los límites de la paciencia de Dios. El Señor se
complace en la misericordia; así que por causa de los pocos que le
sirven verdaderamente, mitiga las calamidades y prolonga el estado
de tranquilidad de las multitudes. Los que pecan contra Dios no se
dan cuenta de que deben la vida a los pocos fieles a quienes les gusta
ridiculizar y oprimir.
Aunque los gobernantes de este mundo no lo sepan, ha sido
frecuente que en sus asambleas hablaran ángeles. Ojos humanos los
han mirado; oídos humanos han escuchado sus llamamientos; labios
humanos se han opuesto a sus indicaciones y han puesto en ridículo
sus consejos; y hasta manos humanas los han maltratado. En las
salas de consejo y en los tribunales, estos mensajeros celestiales han
revelado sus grandes conocimientos de la historia de la humanidad y
se han demostrado más capaces de defender la causa de los oprimi-
dos que los abogados más hábiles y más elocuentes. Han frustrado
propósitos y atajado males que habrían atrasado en gran manera la
obra de Dios y habrían causado grandes padecimientos a su pueblo.
En la hora de peligro y angustia “el ángel de Jehová acampa en
derredor de los que le temen, y los defiende.”
Salmos 34:7
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