La visión de una gran destrucción
“En la mañana del viernes pasado, justamente antes de despertar,
se me presentó una escena sumamente impresionante. Tuve la sen-
sación de que despertaba del sueño en un lugar que no era mi casa.
Desde las ventanas veía una terrible conflagración. Grandes bolas
de fuego caían sobre las casas, y de ellas salían dardos encendidos
que volaban en todas direcciones. Era imposible apagar los incen-
dios que se producían, y muchos lugares estaban siendo destruidos.
El terror de la gente era indescriptible”.—
El Evangelismo, 25, 26
(1906)
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