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La Educación Cristiana
tienen razón ni intelecto. Pero a la mente humana se le debe enseñar
el dominio propio. Debe educársela para que rija al ser humano,
mientras que los animales son controlados por un amo, y se les
enseña a someterse a él. El amo es mente, juicio y voluntad para la
bestia. Un niño puede educarse de tal manera que no tenga voluntad
propia, como el animal. Aun su individualidad puede fundirse con
la de aquel que dirige su adiestramiento; para todos los fines y
propósitos, su voluntad está sometida a la voluntad del maestro.
Los niños así educados serán siempre deficientes en energía
moral y responsabilidad individual. No se les ha enseñado a obrar
por la razón y los buenos principios; sus voluntades han sido con-
troladas por otros y su mente no ha sido despertada para que se
expanda y fortalezca por el ejercicio. Sus temperamentos peculiares
y capacidades mentales, no han sido dirigidos ni disciplinados para
ejercer su mayor poder cuando lo necesiten. Los maestros no deben
detenerse allí, sino que deben dar atención especial al cultivo de las
facultades más débiles, a fin de que se cumplan todos los deberes, y
se las desarrolle de un grado de fuerza a otro a fin de que la mente
alcance las debidas proporciones.
En muchas familias, los niños parecen bien educados, mientras
están bajo la disciplina y el adiestramiento; pero cuando el sistema
que los sujetó a reglas fijas se quebranta, parecen incapaces de pen-
sar, actuar y decidir por su cuenta. Estos niños han estado durante
tanto tiempo bajo una regla férrea sin que se les permitiera pensar
o actuar por su cuenta en lo que les correspondía, que no tienen
confianza en sí mismos para obrar de acuerdo con su propio juicio
u opinión. Y cuando se apartan de sus padres para actuar indepen-
dientemente, el juicio ajeno los conduce en dirección equivocada.
No tienen estabilidad de carácter. No se les ha hecho depender de su
propio juicio a medida que era posible, y por lo tanto su mente no se
ha desarrollado ni fortalecido en forma debida. Han estado durante
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tanto tiempo absolutamente controlados por sus padres, que fían por
completo en ellos; sus padres son para ellos mente y juicio.
Por otro lado, no se debe dejar a los jóvenes que piensen y
actúen independientemente del juicio de sus padres y maestros.
Debe enseñárseles a los niños a respetar el juicio experimentado
y a ser guiados por sus padres y maestros. Se los debe educar de
tal manera que sus mentes estén unidas con las de sus padres y