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Las escuelas intermediarias
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mental y espiritual, que los hará idóneos para ser útiles en esta vida,
y los preparará para la vida futura e inmortal.
¿Qué influencia os parece que tendrían vuestros anuncios con-
cernientes a la escuela al publicar que os esforzaréis por dar a los
alumnos una preparación que los haga idóneos para la vida futura e
inmortal, porque deseáis verlos vivir durante las edades sin fin de la
eternidad? Creo que una declaración tal tendrá sobre los hermanos
y hermanas de esta asociación, y sobre la comunidad en medio de
la cual está establecida la escuela, una influencia mucho mayor que
la ostentación de un número de cursos de estudio en los idiomas
antiguos y modernos y otros ramos superiores del saber.
Demuestre la escuela misma su valor. Entonces los que la patro-
cinan no se chasquearán, ni dirán los alumnos que se les prometieron
ciertos estudios que, después de entrar en la escuela, no se les per-
mitió seguir.
Entiéndase desde el principio que la Biblia es el fundamento de
toda educación. Un estudio fervoroso de la Palabra de Dios, que
transforme el carácter y haga idóneos para servir, hará de la escuela
de Fernando una potencia para el bien. Hermanos míos que estáis
relacionados con esta escuela, vuestra fuerza no reside en el número
de los idiomas que podáis enseñar, o en decir cuán grande es el
“colegio” que tenéis. Guardad silencio sobre estos puntos. El callar
sobre las grandes cosas que os proponéis hacer os ayudará más que
todos los asertos positivos y todas las promesas que podríais publicar
en vuestros anuncios. Siendo fieles en la escuela, debéis demostrar
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que estáis trabajando basados en principios fundamentales, princi-
pios que prepararán a los alumnos para entrar por las puertas de
perla de la ciudad celestial. La salvación de las almas es de mucho
más valor que la simple preparación intelectual. Una jactanciosa
ostentación de saber humano, la manifestación de orgullo por la
apariencia personal, no tiene valor. El Señor aprecia la obediencia a
su voluntad; porque el hombre puede glorificar a Dios únicamente
si anda humilde y obedientemente delante de él.
Al darnos el privilegio de estudiar su Palabra, el Señor ha puesto
delante de nosotros un rico banquete. Muchos son los beneficios
que derivan de alimentarse de su Palabra, que él representa como
su carne y su sangre, como su espíritu y su vida. Al comer su Pa-
labra, aumenta nuestra fuerza espiritual, crecemos en la gracia y