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Las escuelas intermediarias
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principio correcto, toda verdad aprendida en una escuela terrenal,
nos hará progresar en esa proporción en la escuela celestial. Como
Cristo anduvo y conversó con sus discípulos durante su ministerio
en esta tierra, así nos enseñará en la escuela celestial, guiándonos
por las márgenes del río de aguas vivas y revelándonos verdades
que en esta vida permanecerán ocultas como misterios debido a las
limitaciones de la mente humana, tan perjudicada por el pecado. En
la escuela celestial tendremos oportunidad de alcanzar, paso a paso,
las mayores alturas del saber. Allí, como hijos del Rey celestial,
moraremos para siempre con los miembros de la familia real; allí
veremos al Rey en su hermosura, y contemplaremos sus encantos
sin par.
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La preparación de los misioneros
Es importante que tengamos escuelas intermediarias y secun-
darias. Nos ha sido confiada una gran obra, la proclamación del
mensaje del tercer ángel a toda nación, tribu, lengua y pueblo. Tene-
mos tan sólo pocos misioneros. Desde nuestra patria y del extranjero
nos llegan muchos urgentes pedidos de obreros. Los jóvenes de
ambos sexos, los de edad madura, y, de hecho, todos los que pueden
dedicarse al servicio del Maestro, debieran aplicar su mente hasta
el límite, en el esfuerzo de prepararse para contestar a estos llama-
mientos. Por la luz que Dios me ha dado, sé que no empleamos las
facultades de la mente ni con la mitad de la diligencia que debiéra-
mos poner en un esfuerzo para prepararnos para ser más útiles. Si
consagramos la mente y el cuerpo al servicio de Dios, obedeciendo
su ley, él nos dará fuerza moral santificada para toda empresa.
Todo hombre y mujer de nuestras filas, sean padres o no, debieran
interesarse intensamente en la viña del Señor. No podemos permitir
que nuestros hijos se desvíen al mundo y caigan bajo el dominio del
enemigo. Subamos en auxilio del Señor, en auxilio del Señor contra
los poderosos. Hagamos cuanto podamos para hacer de nuestras
escuelas una bendición para nuestros jóvenes. Maestros y alumnos,
podéis hacer mucho para obtenerlo, llevando el yugo de Cristo,
aprendiendo diariamente de él su mansedumbre y humildad. Los que
no están relacionados directamente con la escuela pueden contribuir
a que sea una bendición dándole su cordial apoyo. Así seremos