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La Educación Cristiana
un versículo y concentre su mente en averiguar el pensamiento que
Dios quiere comunicarle, y luego espáciese en él hasta asimilarlo.
Un pasaje así estudiado, hasta que su significación se haga clara, es
de más valor que la lectura de muchos capítulos sin un propósito
definido; y tampoco se adquiere positiva instrucción así.
La Biblia es su propia expositora
La Biblia es su propia expositora. Se ha de comparar un pasaje
con otro. El alumno debe considerar la Palabra como un todo y ver la
relación de sus partes. Debe adquirir conocimiento de su gran tema
central: el propósito original de Dios para el mundo, el despertar de
la gran controversia y de la obra de la redención. Debe comprender
la naturaleza de los dos principios que contienden por la supremacía,
y debe aprender a seguir sus manifestaciones a través de los anales
de la historia y la profecía, hasta la gran consumación. Debe ver
cómo esa controversia entra en toda fase de la experiencia humana;
cómo en todo acto de la vida él mismo revela uno u otro de los
motivos antagónicos; y cómo, sea que lo quiera o no, está ahora
mismo decidiendo de qué lado de la controversia será hallado.
Cada parte de la Biblia ha sido dada por inspiración de Dios,
y es provechosa. El Antiguo Testamento, no menos que el Nuevo,
debe recibir atención. Mientras estudiemos el Antiguo Testamento,
hallaremos fuentes vivas que borbotean donde el lector negligente
discierne solamente un desierto.
El Antiguo Testamento derrama luz sobre el Nuevo, y el Nuevo
sobre el Antiguo. Cada uno es una revelación de la gloria de Dios
en Jesús. Cristo manifestado a los patriarcas, simbolizado en los
servicios de los sacrificios, esbozado en la ley, y revelado por los
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profetas, constituye las riquezas del Antiguo Testamento. Cristo en
su vida, en su muerte y su resurrección; Cristo manifestado por el Es-
píritu Santo, es el tesoro del Nuevo. Tanto el Nuevo como el Antiguo
Testamento presentan verdades que revelan continuamente nuevas
profundidades de significado al que las busca fervorosamente.
Cuando se despierte su verdadero amor por la Biblia, y el estu-
diante empiece a comprender cuán vasto es el campo y cuán precioso
su tesoro, entonces deseará aprovechar toda oportunidad de fami-
liarizarse con la Palabra de Dios. Su estudio no se limitará a un