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La Educación Cristiana
Si, después de impartir la preparación manual durante un año, los
directores del colegio encuentran que ha habido pérdida, procuren
descubrir la razón y precaverse contra ella en lo futuro. Pero no
prevalezca el espíritu de censura, porque el Espíritu de Cristo queda
agraviado cuando se pronuncian palabras de crítica cruel contra
los que han hecho lo mejor que podían. En la Palabra de Dios hay
palabras de estímulo tanto como de prevención. No permita Dios
que sean debilitadas las manos de los que están procurando llevar
adelante una actividad.
Quiero instar a que se aliente a nuestras escuelas en sus esfuer-
zos para el adiestramiento de los jóvenes en la agricultura y otras
actividades industriales. Cuando, en los negocios comunes, se inicia
algo y se hacen preparativos para el desarrollo futuro, con frecuen-
cia hay una pérdida financiera. Pero recordemos la bendición que
imparte a los alumnos el ejercicio físico. Muchos estudiantes han
muerto mientras procuraban adquirir una educación, debido a que
se limitaban demasiado al esfuerzo mental.
No debemos ser estrechos en nuestros planes. En el adiestra-
miento industrial hay ventajas que no se perciben, que no pueden
ser medidas ni calculadas. No lamente nadie el esfuerzo necesario
para llevar adelante con éxito el plan que durante años nos ha sido
presentado como de importancia primordial.
Los maestros tendrán que arrostrar pruebas. Los desalientos se
acumularán sobre ellos mientras vean que su trabajo no es apreciado.
Satanás se esforzará por afligirlos con achaques corporales, esperan-
do inducirlos a murmurar contra Dios, a cerrar sus ojos con respecto
a su bondad, su misericordia, su amor y el excelso peso de gloria
que aguarda al vencedor. En tales ocasiones, recuerden los maestros
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que Dios los está conduciendo a una confianza más perfecta en él.
Si en su perplejidad quieren mirar a él con fe, los sacará del horno
de prueba refinados y purificados como el oro que es probado en el
fuego.
Diga la persona apremiada y cruelmente probada: “Aunque me
matare, en él esperaré”. “Aunque la higuera no florecerá, ni en las
vides habrá frutos; mentirá la obra de la oliva, y los labrados no
darán mantenimiento, y las ovejas serán quitadas de la majada, y
no habrá vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová,