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La Educación Cristiana
estudiar ahora, durante su vida estudiantil, para ver cómo pueden
unirse con Cristo en un servicio abnegado por los demás.
Hay poder en el ministerio del canto. Los estudiantes que han
aprendido a cantar dulces himnos evangélicos con melodía y cla-
ridad, pueden hacer una buena obra como evangelistas cantores.
Hallarán muchas oportunidades para emplear el talento que Dios les
ha dado y llevarán melodía y alegría a muchos lugares solitarios,
oscurecidos por el pesar y la aflicción, cantando para aquellos que
tienen pocas veces el privilegio de asistir a una iglesia.
Estudiantes, salid a los caminos y los vallados. Esforzaos por
alcanzar a los de las clases superiores tanto como a los de las cla-
ses humildes. Entrad en los hogares de los ricos como en los de
los pobres, y a medida que tengáis oportunidad, preguntad: “¿Les
agradaría que cantásemos algunos himnos evangélicos?” Luego al
enternecerse los corazones, se abrirá el camino para que ofrezcáis
algunas palabras de oración pidiendo la bendición de Dios. Pocos se
negarán a escuchar. Un ministerio tal es verdadera obra misionera.
Estudiantes, educaos para hablar el lenguaje de Canaán. Poned a
un lado toda conversación insensata y broma, todas las diversiones
triviales. Por la fe, asíos de las promesas de Dios y resolved que
seréis cristianos aquí en la tierra, mientras os preparáis para ser
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trasladados. Si os despojáis de todo lo que estorba al progreso en
la vida cristiana, el Espíritu Santo obrará sobre vuestra mente, y
llegaréis a ser pescadores de hombres. La salvación de Dios saldrá
de vosotros como una lámpara que arde. Si vuestro propio corazón
está lleno de la luz celestial, dondequiera que estéis esparciréis luz
sobre los demás. El Señor bendecirá vuestro servicio, y veréis su
salvación.
Al tercer ángel se lo vió volando por en medio del cielo, procla-
mando los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. El mensaje no
pierde nada de su poder en su vuelo hacia adelante. Juan vió la obra
crecer hasta que toda la tierra quedaba llena de la gloria de Dios.
Con celo y energía intensificada, hemos de llevar adelante la obra
del Señor hasta el fin del tiempo.
En el hogar, en la escuela, en la iglesia, hombres, mujeres y
jóvenes han de prepararse para dar el mensaje al mundo. Nuestras
escuelas deben ser cada vez más eficaces y seguras desde un punto
de vista humano, más semejantes a las escuelas de los profetas. Los