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La Educación Cristiana
desaparecerán la vacilación y el embotamiento. Recibiréis ayuda
en vuestros esfuerzos por ayudar a otros. Dios os dará poder para
progresar en vuestros estudios. El cooperará con vosotros y en el
cielo se pronunciarán estas palabras acerca de vosotros: “Bien hecho,
buen siervo y fiel”.
Comprenda cada estudiante que está en la escuela para ayudar a
sus condiscípulos a cooperar con Dios, y a cooperar con las oraciones
que se elevan en su favor. Con simpatía y amor, debe ayudar a sus
asociados a avanzar hacia el cielo.
Estudiad, cooperad con vuestros maestros. Al hacerlo, les daréis
esperanza y valor, y al mismo tiempo os oyudáis a vosotros mismos
para progresar. Recordad que incumbe mayormente a vosotros el que
vuestros maestros estén en terreno ventajoso, y que su obra tenga un
éxito reconocido. Apreciarán todo esfuerzo hecho por vosotros para
cooperar con su trabajo.
Los estudiantes deben tener sus propios momentos de oración,
cuando puedan ofrecer fervientes peticiones en favor del director y
los maestros de la escuela, a fin de que se les imparta fuerza física,
claridad mental, fuerza moral, discernimiento espiritual, a fin de
que sean preparados por la gracia de Cristo para hacer la obra con
fidelidad y amor fervoroso. Deben orar para que los maestros puedan
ser agentes por los cuales Dios obre y haga prevalecer el bien sobre
el mal. Cada día el estudiante puede ejercer una influencia silenciosa,
cargada de oración, y así cooperar con Cristo, el Misionero Jefe.
Estamos muy rezagados en comparación con el punto donde
debiéramos estar en la experiencia cristiana. Estamos rezagados en
cuanto a dar el testimonio que debiera ser dado por labios santi-
ficados. Aun cuando estaba sentado en la mesa, Cristo enseñaba
verdades que infundían consuelo y valor al corazón de sus oyentes.
Cuando su amor habite en el alma como un principio vivo, brotarán
del tesoro del corazón palabras adecuadas a la ocasión, no pala-
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bras livianas ni triviales, sino palabras elevadoras, palabras de poder
espiritual.
Estén los maestros y los estudiantes atentos para aprovechar
las oportunidades de confesar a Cristo en su conversación. Un tes-
timonio tal será más eficaz que muchos sermones. Son pocos los
que representan verdaderamente a Cristo. El necesita formarse en
el corazón, la esperanza de gloria; entonces será reconocido como