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La Educación Cristiana
celestial. Es privilegio de los preceptores y maestros de nuestras es-
cuelas revelar en todo su trabajo la dirección del Espíritu de Dios. La
gracia de Cristo ha hecho toda provisión para el perfeccionamiento
de los caracteres a fin de que sean semejantes al de Cristo; y Dios
queda honrado cuando sus hijos, en todo su trato social y comercial,
revelan los principios del cielo.
El Señor exige integridad tanto en los asuntos más pequeños
como en los mayores. Los que sean aceptados al fin como miem-
bros del tribunal celestial, serán hombres y mujeres que aquí en la
tierra procuraron llevar a cabo la voluntad de Dios en todo detalle y
procuraron poner el sello del cielo sobre sus labores terrenales.
El Señor dió una lección importante a su pueblo de todas las
épocas cuando, en el monte, dió instrucciones a Moisés acerca de la
edificación del tabernáculo. Se requirió en esa obra perfección en
todo detalle. Moisés era eficiente en todo el saber de los egipcios;
tenía un conocimiento de Dios, y sus propósitos le habían sido
revelados en visión; pero no sabía grabar ni bordar.
Israel había estado sujeto a servidumbre todos los días que pasó
en Egipto; aunque había entre ellos hombres ingeniosos, no habían
sido instruidos en las artes singulares que eran necesarias para la
edificación del tabernáculo. Sabían hacer ladrillos, pero no labrar
el oro o la plata. ¿Cómo había de realizarse el trabajo? ¿Quién se
bastaba para estas cosas? Estas eran preguntas que afligían la mente
de Moisés.
Entonces Dios mismo le explicó cómo debía hacerse el trabajo.
Designó por nombre a las personas que deseaba hicieran ciertas
labores. Bezaleel tenía que ser el arquitecto. Era hombre de la tribu
de Judá, a la cual Dios se deleitaba en honrar.
“Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Mira, yo he llamado por su
nombre a Bezaleel, hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá: y lo
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he henchido de espíritu de Dios, en sabiduría, y en inteligencia, y en
ciencia, y en todo artificio, para inventar diseños, para trabajar en
oro, y en plata, y en metal, y en artificio de piedras para engastarlas,
y en artificio de madera; para obrar en toda suerte de labor. Y he
aquí que yo he puesto con él a Aholiab, hijo de Ahisamac, de la tribu
de Dan: y he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón,
para que hagan todo lo que te he mandado”.
Éxodo 31:1-6
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