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Capítulo 17—Poesía y canto
“Cánticos fueron para mi tus estatutos en la casa donde fui
extranjero”.
Salmos 119:54
.
En las Escrituras se encuentran las expresiones poéticas más
antiguas y sublimes. Antes que cantaran los poetas más antiguos del
mundo, el pastor de Madián registró las palabras que Dios dirigió a
Job, palabras cuya majestad no igualan ni siquiera remotamente las
producciones más sublimes del genio humano:
“¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? [...]
Quién encerró con puertas el mar,
cuando se derramaba saliéndose de su seno,
cuando yo le puse nubes por vestidura
y oscuridad por faja?
Yo establecí para él los límites;
le puse puertas y cerrojo, y dije:
“Hasta aquí llegarás y no pasarás adelante;
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ahí parará el orgullo de tus olas”.
¿Has dado órdenes a la mañana
alguna vez en tu vida?
¿Le has mostrado al alba su lugar,
para que ocupe los confines de la tierra
y sean sacudidos de ella los malvados?
Ella cambia luego de aspecto
como el barro bajo el sello,
y toma el aspecto de una vestidura;
mas la luz les es quitada a los malvados
y el brazo enaltecido es quebrantado.
“¿Has penetrado tú hasta las fuentes
del mar y has caminado escudriñando el abismo?”
¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte
y has visto las puertas de la sombra de muerte?
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