Capítulo 30—La fe y la oración
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera”.
Hebreos 11:1
.
“Creed que lo recibiréis, y os vendrá”.
Marcos 11:24
.
La fe significa confiar en Dios, creer que nos ama y sabe mejor
qué es lo que nos conviene. Por eso nos guía a escoger su camino en
lugar del nuestro. En vez de nuestra ignorancia, acepta su sabiduría;
en vez de nuestra debilidad, su fuerza; en vez de nuestra pecamino-
sidad, su justicia. Nuestra vida, nosotros mismos, ya somos suyos;
la fe reconoce su derecho de propiedad, y acepta su bendición. La
verdad, la justicia y la pureza han sido señaladas como los secretos
del éxito en la vida. Es la fe la que nos pone en posesión de estos
principios.
Todo buen impulso o aspiración es un don de Dios; la fe recibe
de Dios la única vida que puede producir desarrollo y eficiencia
verdaderos.
Se debería explicar claramente cómo se puede ejercer fe. Toda
promesa de Dios tiene ciertas condiciones. Si estamos dispuestos a
hacer su voluntad, toda su fuerza nos pertenece. Cualquier don que
[230]
nos prometa se encuentra en la promesa misma. “La semilla es la
palabra de Dios
Tan ciertamente como se encuentra la semilla del
roble en la bellota, se encuentra el don de Dios en su promesa. Si
recibimos la promesa, recibimos el don.
La fe que nos capacita para recibir los dones de Dios, es en sí
misma un don del cual se imparte una porción a cada ser humano.
Aumenta a medida que se la usa para asimilar la Palabra de Dios. A
fin de fortalecer la fe debemos ponerla a menudo en contacto con la
Palabra.
Al estudiar la Biblia, el estudiante debe ser guiado a ver el poder
de la Palabra de Dios. En ocasión de la creación “él dijo, y fue
hecho; él mandó, y existió”. Él “llama las cosas que no son, como si
fueran
porque cuando las llama, entonces existen.
213