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La Educación
adversidad. En el palacio del faraón puso de manifiesto la misma
fidelidad que en la celda de la cárcel.
En su niñez se le había enseñado a amar y temer a Dios. A menu-
do se le había contado, en la tienda de su padre, bajo las estrellas de
Siria, la historia de la visión nocturna de Betel, de la escalera entre
el cielo y la tierra, de los ángeles que subían y bajaban, y de Aquel
que se reveló a Jacob desde el trono de lo alto. Se le había contado
la historia del conflicto librado junto al Jaboc, donde, después de
renunciar a pecados arraigados, Jacob fue vencedor y recibió el título
de príncipe con Dios.
Mientras era pastorcillo y cuidaba los rebaños de su padre, la
vida pura y sencilla de José había favorecido el desarrollo de las
facultades físicas y mentales. Por la comunión con Dios mediante la
naturaleza, y el estudio de las grandes verdades transmitidas de padre
a hijo, como cometido sagrado, obtuvo fuerza mental y firmeza de
principios.
Cuando se produjo la crisis de su vida, durante el viaje terri-
ble que hizo desde el hogar de su niñez, situado en Canaán, a la
esclavitud que le esperaba en Egipto, al contemplar por última vez
las colinas que ocultaban las tiendas de su familia, José recordó al
Dios de su padre. Recordó las lecciones aprendidas en su niñez y su
alma se conmovió cuando tomó la decisión de ser fiel, y conducirse
siempre como corresponde a un súbdito del Rey del cielo.
José permaneció fiel durante su amarga vida como extranjero
y esclavo, en medio de las escenas y los ruidos del vicio y las se-
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ducciones del culto pagano, culto rodeado de todos los atractivos de
la riqueza, la cultura y la pompa de la realeza. Había aprendido la
lección de la obediencia al deber. La fidelidad en cualquier situa-
ción, desde la más humilde a la más encumbrada, educó todas sus
facultades para un servicio más elevado.
Cuando fue llamado a la corte del faraón, Egipto era la nación
más poderosa. En cuanto a civilización, arte y ciencia, no tenía rival.
José administró los negocios del reino en una época de dificultad
y peligro extremos, y lo hizo de un modo que cautivó la confianza
del rey y del pueblo. El faraón lo puso por “señor de su casa, y por
gobernador de todas sus posesiones, para que a sus grandes como él
regir quisiera y a sus ancianos enseñara sabiduría