Página 110 - En los Lugares Celestiales (1968)

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Las peligrosas semillas de la duda, 9 de abril
Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se
arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?
Números 23:19
.
Los que están perpetuamente hablando de dudas y exigiendo evi-
dencias adicionales para disipar sus nubes de incredulidad, no están
edificando sobre la Palabra. Su fe descansa sobre circunstancias, está
fundada sobre el sentimiento. Pero el sentimiento, por más placentero
que sea, no es fe. La Palabra de Dios es el fundamento sobre el cual
debemos edificar nuestras esperanzas del cielo.
Es una desgracia muy grande ser un incrédulo crónico, mirando y
pensando siempre en sí mismo. Mientras estás mirando al yo, mientras
éste sea el tema de tus pensamientos y conversaciones, no puedes esperar
conformarte a la imagen de Cristo. El yo no es tu salvador. No tienes
cualidades redentoras en ti mismo. El “yo” es un barquito muy frágil
para tu fe. Apenas trates de confiar en él, se hundirá. La lancha salvavidas
es tu única seguridad. Jesús es el Capitán de la lancha salvavidas y él
nunca perdió a un pasajero.—
Carta 11, 1897
.
Necesitamos que una atmósfera más celestial circunde nuestras al-
mas. Necesitamos que un carbón encendido del altar toque nuestros
labios. Necesitamos oír las palabras de Cristo: “Sé limpio”. Si hemos
esparcido tinieblas, si hemos acumulado hojarasca y atesorado dudas, si
hemos sembrado semillas de duda y desánimo en las mentes de otros,
que Dios nos ayude a ver nuestro pecado. No podemos permitirnos
pronunciar una sola palabra de duda, porque ésta germinará, crecerá y
traerá una amarga cosecha. Deberíamos hacer caso a la exhortación:
“Sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir”.
1 Pedro
1:15
. Una semilla de duda sembrada, y ya estará más allá del poder del
hombre matarla. Solamente Dios puede quitarla del alma.—
Manuscrito
23
.
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