Página 158 - En los Lugares Celestiales (1968)

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Día de delicia y bendición, 25 de mayo
Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi
día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo
venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu
voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás
en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te
daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de
Jehová lo ha hablado.
Isaías 58:13, 14
.
El sábado ... es tiempo de Dios, no nuestro; cuando lo violamos
estamos robando a Dios... Dios nos ha dado el conjunto de los seis
días para hacer nuestro trabajo y se ha reservado únicamente uno. Este
debiera ser un día de bendición para nosotros: un día cuando debiéramos
poner de lado todos nuestros asuntos seculares y centralizar nuestros
pensamientos en Dios y el cielo.
Pero mientras damos culto a Dios, no hemos de considerar esto como
una tarea penosa. El sábado del Señor ha de ser hecho una bendición para
nosotros y para nuestros hijos. Ellos han de considerar el sábado como
un día de delicia, un día que ha santificado Dios, y así lo considerarán
si son debidamente instruidos... [Los padres] pueden señalar las flores
en capullo y los capullos abiertos, los elevados árboles y las bellas
briznas de hierba, y enseñar que Dios hizo todas estas cosas en seis
días y descansó en el séptimo y lo bendijo. En esa forma, los padres
pueden dedicarse con afán a instruir a sus hijos, de modo que cuando
ellos contemplen las cosas de la naturaleza, recuerden al gran Creador
de todas ellas. Sus pensamientos serán elevados al Dios de la naturaleza,
llevados a la creación de nuestro mundo cuando se establecieron los
fundamentos del sábado y todos los hijos de Dios clamaron de gozo...
No hemos de enseñar a nuestros hijos que no deben ser felices durante
el sábado, que es un error salir a dar un paseo al aire libre. Oh, no. Cristo
condujo a sus discípulos a la orilla del lago durante el sábado y les
enseñó. Sus sermones sabáticos no siempre fueron predicados entre
cuatro paredes.—
Manuscrito 3, 1879
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