Página 190 - En los Lugares Celestiales (1968)

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Creciendo en Cristo, 25 de junio
Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo,
vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el
fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en
Dios.
Hebreos 6:1
.
En la puerta de entrada del sendero que conduce a la vida eterna,
Dios pone la fe y reviste todo el camino con la luz, la paz, y el gozo de
la obediencia voluntaria. El viajero de esta manera mantiene siempre
delante de él la marca de su elevada vocación en Cristo. El premio está
siempre a la vista. Para él los mandamientos de Dios son justicia, y paz
y gozo en el Espíritu Santo. Las cosas que primero parecían ser cruces
son halladas por la experiencia ser coronas.
“Aprended de mí”, es la orden del Salvador. Sí, aprended de él cómo
vivir la vida de Cristo, una vida pura y santa, libre de toda mancha de
pecado...
El progreso, no el estancamiento, es la ley del cielo. El progreso
es la ley de toda facultad de la mente y del cuerpo. Las cosas de la
naturaleza obedecen esta ley. En el campo, primero se ve la hoja, luego
la espiga, después el grano lleno en la espiga. En la vida espiritual, como
en la vida física, debe haber crecimiento. Debemos avanzar paso a paso,
siempre recibiendo e impartiendo, siempre ganando un conocimiento
más completo de Cristo, aproximándonos diariamente cada vez más
cerca a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
El cristiano es primero un recién nacido en Cristo. Luego se trans-
forma en niño. Debe realizar continuos avances en proporción a las
oportunidades y privilegios que se le conceden. Siempre debe recordar
que no es suyo, que ha sido comprado con precio y que debe hacer el
mejor uso posible de los talentos que se le han confiado. Aun en la
infancia de su entendimiento espiritual el cristiano debe esforzarse para
hacer el más decidido avance hacia la vida más elevada, más santa.—
The
Review and Herald, 9 de mayo de 1907
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