“Paciencia y longanimidad”, 27 de agosto
Fortalecidos en todo poder, conforme a la potencia de su gloria,
para toda paciencia y longanimidad.
Colosenses 1:11
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“Fortalecidos en todo poder”. No es el poder que profiere palabras
apresuradas, que lastiman y golpean a otros y con las que nos dañamos
nosotros más que ningún otro porque nos avergüenzan cuando después
pensamos en lo que hemos dicho.
“Paciencia y longanimidad”. Doquiera estéis podéis ser tentados con
cosas inalcanzables y la censura puede sobreveniros. Si intentara buscar
la centésima parte de lo que ha sido dicho contra mí, no tendría tiempo
para hacer ninguna otra cosa. He dicho: “Dios conoce todo acerca de
eso y dejaré que él se preocupe por ello”.
No me preocupa en absoluto lo que otra gente diga en cuanto a mí.
Deseo vivir en Cristo. Si pierdo el dominio sobre mí misma y estallo en
ira, estaré dándole a la gente algún motivo para decir que la manifestación
de los que me acusan es correcta...
Jamás deberíamos perder el dominio sobre nosotros mismos. Man-
tengamos siempre delante de nosotros al Modelo perfecto. Es un pecado
hablar impacientemente y con mal humor, o sentir ira aun cuando no ha-
blemos. Debemos obrar dignamente, dando una correcta representación
de Cristo.
Cuando otros son impacientes, molestos y quejumbrosos, porque el
yo no está vencido, comenzad a cantar uno de los cantos de Sion. Mien-
tras Cristo estaba trabajando en el banco del carpintero, a veces algunos
que lo rodeaban trataban de hacerlo impacientar. Pero él comenzaba a
cantar alguno de los hermosos Salmos. Y cuando ellos se daban cuenta
de lo que estaban haciendo se unían a él en el canto, influidos, por así
decirlo, por el poder del Espíritu Santo que estaba allí.
Dios desea que seamos pacientes en la tribulación y en la aflicción,
contentos de descansar en sus poderosos brazos de amor infinito, creyen-
do que está trabajando para nosotros todo el tiempo.—
Manuscrito 102,
1901
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