Cristo el poderoso vencedor, 2 de septiembre
Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda
compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en
todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
Hebreos 4:15
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Cuando Jesús fue llevado al desierto para ser tentado, fue llevado por
el Espíritu de Dios. Al ir al desierto, no invitó a la tentación... Cristo fue
al desierto para estar solo, para meditar en su misión y obra. Había dado
los pasos que cada pecador debe dar, en conversión, arrepentimiento y
bautismo. El mismo no tenía pecados de los cuales arrepentirse, y por
tanto no tenía pecados que lavar. Pero fue nuestro ejemplo en todas las
cosas, y por eso debió hacer lo que él quiere que nosotros hagamos.
Cristo ayunó y oró, fortaleciéndose para el ensangrentado camino
que debía recorrer. Era el Hijo del Dios eterno, pero como garante del
hombre, debía enfrentar y resistir cada tentación con que el hombre es
asaltado... Con el espantoso peso de los pecados del mundo sobre él,
soportó la terrible prueba sobre el apetito, sobre el amor al mundo, y
sobre el amor a la ostentación que conduce al engreimiento. Resistió
esas tentaciones, y venció en lugar del hombre...
Si los soldados de Cristo miran fielmente a su Capitán a la espera de
órdenes, el éxito acompañará su lucha contra el enemigo. No importa
cómo puedan ser acosados, al final triunfarán. Sus debilidades pueden ser
muchas, sus pecados grandes, su ignorancia aparentemente insuperable;
pero si comprenden su debilidad y miran a Cristo en procura de ayuda, él
será su eficiencia... Si ellos aprovechan de su poder, sus caracteres serán
transformados; serán circundados con una atmósfera de luz y santidad.
Mediante sus méritos [de Cristo] y poder impartido serán “más que
vencedores”. Ayuda sobrenatural les será dada, capacitándolos en su
debilidad para realizar los hechos de la omnipotencia.—
The Signs of the
Times, 12 de marzo de 1912
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