Las nubes pasarán, 24 de septiembre
El corazón alegre hermosea el rostro; mas por el dolor del corazón
el espíritu se abate.
Proverbios 15:13
.
El dolor viene y se va; ésa es la suerte del hombre; deberíamos no
tratar de agrandarlo, sino más bien detenernos en lo que es brillante y
placentero. Cuando el invierno extiende su cobertura de hielo sobre la
tierra, no permitimos que nuestra alegría se hiele con las flores y los
arroyos, ni nos lamentamos continuamente a causa de los días tristes
y los vientos fríos. Por el contrario, penetramos hacia adelante con la
imaginación en el próximo verano, con su calor y vida y belleza...
Ahora mismo una nube ha ocultado de nuestra vista los brillantes
rayos del sol y quedamos en la sombra. ¿Deberíamos irritarnos y quejar-
nos por eso y olvidar todo lo otro que es brillante y hermoso a nuestro
alrededor? No, deberíamos olvidar la nube y recordar que el sol no ha
sido raído, sino que ha velado su rostro solamente por un momento...
Dios no se complace en que tengamos que pasar nuestras vidas en
el desaliento y la melancolía, magnificando cada prueba que nos llega.
Al hacerlo, no solamente nos afligimos, sino que ensombrecemos la
felicidad de aquellos que nos rodean. No deberíamos escudriñar las
oscuras sombras de la experiencia de nuestra vida ni detenernos en ellas,
sino más bien abrir los ojos y levantar los sentidos para ver y apreciar
las muchas bendiciones que nos circundan ...
Es la voluntad de Dios que seamos alegres... Aquellos que se rela-
cionan con nosotros son afectados para bien o para mal por nuestras
palabras y acciones. Estamos inconscientemente difundiendo la fragan-
cia de nuestro carácter en la atmósfera moral que nos circunda, o estamos
envenenando esa atmósfera con pensamientos, palabras y hechos que
tienen una influencia deletérea sobre aquellos con quienes nos asocia-
mos. “Nadie vive para sí” (
Discurso de la Sra. White a los Pacientes del
Sanatorio de Goguac Lake,
1878, págs. 23-25).
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