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Eventos de los Últimos Días
atmósfera del cielo, dejaremos de respirar el aire viciado del mundo
[...].
Jesús viene para presentar las ventajas y la hermosura de las co-
sas celestiales, para que las atracciones del cielo se hagan familiares
a los pensamientos, y que los recintos de la memoria se adornen con
los cuadros de la hermosura celestial y eterna [...].
El gran Maestro da al hombre una visión del mundo futuro. Lo
presenta con sus atractivas posesiones a la contemplación humana
[...]. Si puede fijar la mente en la vida futura y sus bendiciones,
en comparación con las preocupaciones temporales de este mundo,
el notable contraste causa una profunda impresión sobre la mente,
absorbiendo el corazón y el alma y todo el ser.—
Nuestra Elavada
Vocacion, 287-288 (1890)
.
Los motivos del cristiano
Jamás podrían haberse puesto en acción motivos más fuertes y
energías más poderosas. ¿Acaso los grandiosos galardones por el
bien hacer, el disfrute del cielo, la compañía y el amor de Dios y de su
Hijo, la elevación y el acrecentamiento de todas nuestras facultades
por las edades eternas no son incentivos y estímulos poderosos que
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nos instan a dedicar a nuestro Creador y Salvador el amante servicio
de nuestro corazón?—
El Camino a Cristo, 21-22 (1892)
.
Si podemos encontrarnos con Jesús en paz y ser salvos, eterna-
mente salvos, seremos las personas más felices. ¡Oh, estar finalmente
en casa, donde los malvados dejarán de hostigarnos y los cansados
descansarán!—
Carta 113, 1886
.
Me encanta ver todo lo hermoso que hay en la naturaleza en este
mundo. Creo que estaría perfectamente satisfecha con esta tierra,
rodeada de las cosas buenas de Dios, si esta no estuviera malograda
por la maldición del pecado. Pero tendremos nuevos cielos y nueva
tierra. Juan vio esto en una santa visión y dijo:“Oí una gran voz del
cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y
él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará
con ellos como su Dios”.
Apocalipsis 21:3
. ¡Oh, bendita esperanza,
gloriosa perspectiva!—
Carta 62, 1886
.