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Eventos de los Últimos Días
esplendor y la excelsa gloria, dejo caer la pluma exclamando: “¡Oh!
¡qué amor, qué maravilloso amor!” El lenguaje más exaltado no
bastaría para describir la gloria del cielo ni las incomparables pro-
fundidades; del amor del Salvador.—
Primeros Escritos, 289 (1858)
.
El lenguaje humano no alcanza a describir la recompensa de los
justos. Solo la conocerán quienes la contemplen. Ninguna inteli-
gencia limitada puede comprender la gloria del paraíso de Dios.—
Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 733 (1911)
.
Si pudiéramos tener aunque fuera un vistazo de la ciudad celes-
tial, nunca desearíamos morar nuevamente en la tierra.—
The Signs
of the Times, 8 de abril de 1889
.
Arroyos, colinas y árboles
Allí vimos el árbol de la vida y el trono de Dios, del que fluía
un río de agua pura, y en cada lado del río estaba el árbol de la vida.
En una margen había un tronco del árbol y otro en la otra margen,
ambos de oro puro y transparente. Al principio pensé que había dos
árboles; pero al volver a mirar vi que los dos troncos se unían en
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su parte superior y formaban un solo árbol. Así estaba el árbol de
la vida en ambas márgenes del río de vida. Sus ramas se inclinaban
hacia donde nosotros estábamos, y el fruto era espléndido, semejante
a oro mezclado con plata.—
Primeros Escritos, 17 (1851)
.
Allí hay corrientes que manan eternamente, claras como el cris-
tal, al lado de las cuales se mecen árboles que echan su sombra
sobre los senderos preparados para los redimidos del Señor. Allí
las vastas llanuras alternan con bellísimas colinas y las montañas
de Dios elevan sus majestuosas cumbres. En aquellas pacíficas lla-
nuras, al borde de aquellas corrientes vivas, es donde el pueblo de
Dios que por tanto tiempo anduvo peregrino y errante, encontrará un
hogar.—
Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 734 (1911)
.
Flores, frutas y animales
Vi otro campo lleno de toda clase de flores, y al cortarlas, ex-
clamé: “No se marchitarán”. Después vi un campo de alta hierba,
cuyo hermosísimo aspecto causaba admiración. Era de color verde
vivo, y tenía reflejos de plata y oro al ondular gallardamente para