Página 239 - Eventos de los

Basic HTML Version

La herencia de los santos
235
toria del comienzo del pecado; de la fatal mentira y su perversa
obra; de la verdad que, sin desviarse de lo recto, ha hecho frente al
error y ha vencido. Será descorrido el velo que se interpone entre el
mundo visible y el invisible, y se revelarán cosas maravillosas.—
La
Educación, 304 (1903)
.
Aunque las aflicciones, las penas y las tentaciones terrenales
hayan concluido, y aunque la causa de ellas haya sido suprimida, el
pueblo de Dios tendrá siempre un conocimiento claro e inteligente
de lo que costó su salvación [...].
Nuestro Redentor llevará siempre las señales de su crucifixión.
En su cabeza herida, en su costado, en sus manos y en sus pies se
[254]
ven las únicas huellas de la obra cruel efectuada por el pecado.—
Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 709, 732 (1911)
.
Se explican las perplejidades de la vida
Entonces serán aclaradas todas las perplejidades de la vida. Don-
de a nosotros nos pareció ver solo confusión y chasco, propósitos
quebrantados y planes desbaratados, se verá un propósito grande,
dominante, victorioso, y una armonía divina.—
La Educación, 305
(1903)
.
Allí Jesús nos guiará junto a la corriente viva que fluye del
trono de Dios y nos explicará las oscuras providencias a través de
las cuales nos condujo en esta tierra a fin de perfeccionar nuestros
caracteres.—
Testimonies for the Church 8:254 (1904)
.
Todo lo que nos dejó perplejos en las providencias de Dios que-
dará aclarado en el mundo venidero. Las cosas difíciles de entender
hallarán entonces su explicación. Los misterios de la gracia nos
serán revelados. Donde nuestras mentes finitas discernían solamente
confusión y promesas quebrantadas, veremos la más perfecta y her-
mosa armonía, Sabremos que el amor infinito ordenó los incidentes
que nos parecieron más penosos. A medida que comprendamos el
tierno cuidado de Aquel que hace que todas las cosas obren conjun-
tamente para nuestro bien, nos regocijaremos con gozo inefable y
rebosante de gloria.—
Joyas de los Testimonios 3:433 (1909)
.