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La iglesia de Dios de los últimos días
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y si por fe realiza los planes que han sido trazados a su respecto,
ella será sanada. Aparecerá en la sencillez y pureza que provienen
de Dios, exenta de todo compromiso terrenal, demostrando que la
verdad la ha hecho realmente libre. Entonces sus miembros serán
verdaderamente elegidos de Dios para ser sus representantes.—
Joyas
de los Testimonios 3:251-252, 254, 21 de abril 1903
.
La historia de Israel es una advertencia para nosotros
En estos últimos días el pueblo de Dios será expuesto a los mis-
mos peligros que enfrentó el antiguo Israel. Aquellos que no reciban
las advertencias que Dios da, caerán en los mismos peligros en los
que cayó el antiguo Israel y no entrarán en el descanso debido a su
incredulidad. El antiguo Israel sufrió calamidades debido a sus cora-
zones no santificados y sus voluntades indóciles. Su rechazo final
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como nación fue el resultado de su propia incredulidad, confianza
propia, impenitencia, ceguera de mente y dureza de corazón. En su
historia tenemos una señal de peligro que se levanta ante nosotros.
“Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón
malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo [...]. Porque somos
hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta
el fin nuestra confianza del principio”.
Hebreos 3:12, 14
.—
Carta 30,
1895
.
La iglesia militante es imperfecta
La iglesia militante no es la iglesia triunfante, y la tierra no es
el cielo. La iglesia está compuesta de hombres y mujeres falibles,
imperfectos, que no son sino aprendices en la escuela de Cristo, para
ser instruidos, disciplinados, educados, para esta vida y para la vida
futura, inmortal.—
The Signs of the Times, 4 de enero de 1883
.
Algunas personas parecen pensar que al entrar en la iglesia serán
cumplidas sus expectativas, y hallarán solamente personas puras y
perfectas. Son celosas en su fe, y cuando ven faltas en los miembros
de la iglesia, dicen: “Nosotros abandonamos el mundo para no tener
ninguna asociación con individuos malos, pero el mal se halla aquí
también”; y preguntan, como los siervos de la parábola: “¿De dónde,
pues, tiene cizaña?” Pero no necesitamos chasquearnos así, pues