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Eventos de los Últimos Días
Durante toda la semana hemos de recordar el sábado y hacer
preparativos para observarlo de acuerdo con el mandamiento. No he-
mos de observar el sábado meramente como un asunto legal. Hemos
de comprender su relación espiritual con todas las transacciones de
la vida [...].
Cuando el sábado se recuerda de esta manera, no se permitirá
que lo temporal se inmiscuya en lo espiritual. No debiera dejarse
para el sábado ningún deber que corresponde a los seis días de
trabajo.—
Testimonies for the Church 6:353-354 (1900)
.
El hombre también tiene una obra que cumplir en sábado: atender
las necesidades de la vida, cuidar a los enfermos, proveer a los
menesterosos. No será tenido por inocente quien descuide el alivio
del sufrimiento ese día. El santo día de reposo de Dios fue hecho
para el hombre, y las obras de misericordia están en perfecta armonía
con su propósito. Dios no desea que sus criaturas sufran una hora
de dolor que pueda ser aliviada en sábado o cualquier otro día.—
El
Deseado de Todas las Gentes, 177 (1898)
.
Fidelidad en los diezmos y ofrendas
El diezmo es sagrado, reservado por Dios para él mismo. Debe
traérselo a su tesorería a fin de ser usado para sostener a los obreros
evangélicos en su trabajo [...]. Leed cuidadosamente el
capítulo 3
[70]
de Malaquías y ved lo que Dios dice sobre el diezmo.—
Testimonies
for the Church 9:249 (1909)
.
El Nuevo Testamento no promulga de nuevo la ley del diezmo,
como tampoco la del sábado, porque la validez de ambas se da
por establecida y su profundo significado espiritual se considera
explicado.—
Consejos sobre Mayordomía Cristiana, 70 (1882)
.
El Señor llama hoy a los adventistas del séptimo día, en todo
lugar, para que se consagren enteramente a él, haciendo todo lo que
esté a su alcance para su obra, según las circunstancias en que se
encuentren. El desea verles mostrar, por medio de dones y ofrendas
generosas, cuánto aprecian sus bendiciones y cuánta gratitud sienten
por su misericordia.—
Joyas de los Testimonios 3:350-351 (1909)
.
Una caridad moribunda es un pobre sustituto para una benevo-
lencia viviente.—
Testimonies for the Church 5:155 (1882)
.