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Las ciudades
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Estando en Nueva York en cierta ocasión, se me hizo contemplar
una noche los edificios que, piso tras piso, se elevaban hacia el cielo.
Esos inmuebles que eran la gloria de sus propietarios y constructores
eran garantizados incombustibles [...].
La siguiente escena que pasó delante de mí fue una alarma de
incendio. Los hombres miraban a esos altos edificios, reputados
incombustibles, y decían: “Están perfectamente seguros”. Pero estos
edificios fueron consumidos como la pez. Las bombas contra incen-
dio no pudieron impedir su destrucción. Los bomberos no podían
hacer funcionar sus máquinas.—
Joyas de los Testimonios 3:281-282
(1909)
.
Chicago y los ángeles
También pasaron ante mí escenas que pronto tendrían lugar en
Chicago y en otras grandes ciudades. A medida que aumentaba
la maldad y se retiraba el poder protector de Dios, había vientos
destructivos y tempestades. Los edificios eran destruidos por el
fuego y derribados por terremotos.
Algún tiempo después se me mostró que la visión de edificios en
Chicago y la inversión de los medios de nuestro pueblo para levan-
tarlos, y su correspondiente destrucción, no eran sino una lección
práctica para nuestro pueblo, amonestándoles a no invertir grandes
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sumas en propiedades en Chicago, ni en cualquier otra ciudad, a
menos que las providencias de Dios abran positivamente el camino
e indiquen claramente el deber de construir o comprar, como sea
necesario, a fin de dar la nota de amonestación. Se dio una adverten-
cia similar respecto a construir en Los Ángeles. Repetidamente se
me ha instruido que no debemos invertir recursos en la construcción
de edificios costosos en las ciudades.—
The Paulson Collection, 50
(1906)
.
San Francisco y Oakland
San Francisco y Oakland están llegando a ser como Sodoma y
Gomorra, y el Señor las visitará. De aquí a no mucho tiempo sufrirán
bajo sus juicios.—
Manuscrito 30, 1903
.