Página 233 - El Evangelismo (1994)

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Capítulo 9—Afirmemos el interés
La predicación para lograr una decisión final
Mediante lecciones sencillas y no por la elocuencia
—Aquel
que, en su predicación, se fija por blanco supremo la elocuencia, da
a la gente ocasión de olvidar la verdad que está mezclada con su
oratoria. Desvanecida la emoción, se verá que la Palabra de Dios no
se fijó en la mente, y que los oyentes no ganaron en entendimiento.
Pueden hablar elogiosamente de la elocuencia del predicador, pero
no habrán sido llevados más cerca de la decisión. Hablan del sermón
como hablarían de una función de teatro, y del predicador, como de
un actor. Pueden volver para escuchar la misma clase de discurso,
pero se irán sin haber sentido impresión alguna y sin haber sido
alimentados.
No son discursos floridos lo que se necesita, ni un desbordamien-
to de palabras sin sentido. Nuestros predicadores han de predicar
de una manera que ayude a la gente a comprender la verdad vital.—
Obreros Evangélicos, 160, 161 (1915)
.
Hay almas indecisas en todas las reuniones
—Hay almas en
toda congregación que están dudando, que están casi persuadidas a
ser completamente para Dios. La decisión se hace para el tiempo y
por la eternidad; pero muy a menudo ocurre que un pastor no tiene el
espíritu y el poder del mensaje de verdad en su propio corazón, y por
ende no se hace ningún llamamiento directo a esas almas que están
temblando en la balanza. El resultado es que las impresiones no se
profundizan en el corazón de los convencidos; y salen de la reunión
sintiéndose menos inclinados a aceptar el servicio de Cristo que
cuando vinieron. Deciden esperar una oportunidad más favorable;
pero ésta nunca llega.—
Testimonies for the Church 4:447 (1880)
.
Algunos escuchan su último sermón
—Algunas personas pue-
den estar escuchando su último sermón, y otras nunca más estarán
en una situación donde podrán recibir la explicación de la cadena de
la verdad y donde se hará una aplicación práctica de ella a su vida.
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