Página 160 - Los Hechos de los Ap

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Capítulo 22—Tesalónica
Este capítulo está basado en Hechos 17:1-10.
Después de dejar a Filipos, Pablo y Silas fueron a Tesalónica.
Allí se les dió la oportunidad de hablar a grandes congregaciones
en la sinagoga judía. Su apariencia evidenciaba el vergonzoso trato
recién recibido, y requería una explicación de lo que había sucedido.
Ellos la dieron sin ensalzarse a sí mismos, sino magnificando a
Aquel que los había librado.
Al predicar a los tesalonicenses, Pablo apeló a las profecías del
Antiguo Testamento concernientes al Mesías. Cristo había abierto
en su ministerio la mente de sus discípulos a estas profecías; pues
“comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, declarábales
en todas las Escrituras lo que de él decían.”
Lucas 24:27
. Pedro, al
predicar a Cristo, había sacado del Antiguo Testamento sus eviden-
cias. Esteban había seguido el mismo plan. Y también Pablo en su
ministerio apelaba a las Escrituras que predecían el nacimiento, los
sufrimientos, la muerte, resurrección y ascensión de Cristo. Por el
inspirado testimonio de Moisés y los profetas, probaba claramente
la identidad de Jesús de Nazaret como el Mesías, y mostraba que
desde los días de Adán era la voz de Cristo la que había hablado por
los patriarcas y profetas.
Se habían dado profecías sencillas y específicas concernientes a
la aparición del Prometido. A Adán se le dió la seguridad de la venida
del Redentor. La sentencia pronunciada contra Satanás: “Enemistad
pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya;
ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (
Génesis
3:15
), era para nuestros primeros padres la promesa de la redención
que iba a obrarse por Cristo.
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A Abrahán se le dió la promesa que de su descendencia vendría
el Salvador del mundo: “En tu simiente serán benditas todas las
gentes de la tierra.”
Génesis 22:18
. “No dice: Y a las simientes,
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