Página 155 - El Hogar Cristiano (2007)

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Una obra intransferible
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preparación doméstica, esperáis que el ministro contrarreste vuestra
obra diaria y cumpla la admirable hazaña de educar sus corazones
y sus vidas en la virtud y la piedad. Después que el predicador ha
hecho todo lo que puede para la iglesia mediante amonestación fiel
y piadosa, disciplina paciente y ferviente oración para rescatar y
salvar el alma, y no tiene, sin embargo, éxito, los padres y las madres
con frecuencia le echan la culpa de que sus hijos no se conviertan,
cuando puede deberse a su propia negligencia.
La carga incumbe a los padres; ¿asumirán ellos la obra que
Dios les ha confiado y la harán con fidelidad? ¿Avanzarán ellos y
subirán, trabajando de una manera humilde, paciente y perseverante,
para alcanzar ellos mismos la exaltada norma y llevar a sus hijos
consigo
¿No están acaso muchos padres poniendo sus responsabilidades
en manos ajenas? ¿No piensan muchos de ellos que el ministro debe
asumir la carga y procurar que sus hijos se conviertan y que el sello
de Dios sea puesto sobre ellos
Ni puede hacerlo la escuela sabática
—Es privilegio de ellos
[los padres] ayudar a sus hijos a obtener el conocimiento que puede
llevarlos con ellos a la vida futura. Pero por alguna razón desagrada
a muchos padres el tener que dar instrucción religiosa a sus hijos.
Les dejan obtener en la escuela sabática el conocimiento que ellos
debieran comunicarles acerca de su responsabilidad para con Dios.
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Los tales padres necesitan comprender que Dios desea verlos educar,
disciplinar y preparar a sus hijos recordándoles siempre el hecho
de que están formando su carácter para la vida presente y para la
venidera
No dependáis de los maestros de la escuela sabática para que
sea hecha vuestra obra de enseñar a vuestros hijos el camino por
donde deben andar. La escuela sabática es una gran bendición;
puede ayudaros en vuestra obra, pero nunca podrá reemplazaros.
Dios encargó a todos los padres y madres la responsabilidad de
llevar a sus hijos a Jesús y de enseñarles a orar y a creer en la
Palabra de Dios. En la educación de vuestros hijos no pongáis a un
lado las grandes verdades de la Biblia, suponiendo que la escuela
sabática y el ministro harán la obra que descuidéis. La Biblia no
es demasiado sagrada ni sublime para que se la abra diariamente y
estudie diligentemente. Las verdades de la Palabra de Dios deben ser