Capítulo 41—Modelos imperfectos de maternidad
Una mártir imaginaria
—En más de un hogar las quejas inútiles
de la dueña de casa crean una atmósfera muy desdichada. Ella se
aparta con desagrado de las sencillas tareas de su humilde vida
doméstica. Considera como penalidades los cuidados y deberes que
le tocan en suerte; y lo que, mirado con buen ánimo, podría hacerse
no sólo agradable e interesante, sino provechoso, llega a ser tan sólo
penosa rutina. Mira con repugnancia la esclavitud de su vida y se
imagina que es una mártir.
Es verdad que las ruedas de la maquinaria doméstica no fun-
cionan siempre suavemente; suceden muchas cosas que prueban la
paciencia y la fortaleza. Pero si bien las madres no son responsables
de las circunstancias que no dependen de su voluntad, es innegable
que las circunstancias pueden influir mucho en su trabajo. Sin em-
bargo, esas madres resultan condenables cuando permiten que dichas
circunstancias las gobiernen y subviertan sus principios, cuando se
cansan y, siendo infieles a su elevado cometido, descuidan lo que
saben es su deber.
La esposa y madre que vence noblemente las dificultades bajo
las cuales otras personas sucumben, por falta de paciencia y fortaleza
para perseverar, no sólo llega a ser fuerte ella misma al cumplir su
deber, sino que su experiencia al vencer tentaciones y obstáculos la
habilita para ayudar con eficiencia a otros, tanto por sus palabras
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como por su ejemplo. Muchas personas que obran bien en circuns-
tancias favorables parecen sufrir, bajo la adversidad y las pruebas,
una transformación en su carácter, y éste revela un deterioro propor-
cional a las dificultades.
Nunca quiso Dios que hubiésemos de ser juguetes de las circuns-
tancias
Alberga un descontento pecaminoso
—Muchísimos esposos e
hijos que no encuentran motivo alguno de atracción en la casa y
de continuo son saludados con regaños y murmuraciones, buscan
consuelo y diversión lejos del hogar, en la taberna u otros lugares
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