Capítulo 81—Recreación satisfactoria
Ejercicio para la mano, el intelecto y el carácter
—El benefi-
cio mayor no se obtiene del ejercicio hecho a guisa de juego o de
ejercicio simplemente. Hay cierto beneficio que se deriva de estar al
aire puro y también del ejercicio de los músculos; pero conságrese
la misma cantidad de energía al cumplimiento de deberes prove-
chosos y el beneficio será mayor y se experimentará un sentimiento
de satisfacción; pues un ejercicio de esa naturaleza lleva consigo la
sensación de lo beneficioso y la aprobación de la conciencia por el
deber bien cumplido
En los niños y jóvenes se debe despertar la ambición de hacer
ejercicio ejecutando algo que sea beneficioso para sí mismos y de
ayuda para otros. El ejercicio que desarrolla la mente y el carácter,
que enseña las manos a ser útiles y prepara a los jóvenes para llevar
lo que les toca de las cargas de la vida, es el que proporciona fuerza
corporal y aviva cada facultad. Y hay recompensa en la laboriosidad
virtuosa y en el cultivo del hábito de vivir para hacer bien
Ninguna recreación que sea útil únicamente para ellos dará por
resultado una bendición tan grande para los niños y jóvenes como
aquella que los haga útiles para los demás. Los jóvenes, que por
naturaleza son entusiastas e impresionables, responden rápidamente
a la insinuación
El ejemplo de Jesús en su juventud
—La vida de Jesús rebosa-
ba de laboriosidad, y él hacía ejercicio al cumplir sus variadas tareas
en armonía con el desarrollo de su fuerza física. Al hacer el trabajo
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que le era asignado, no tenía tiempo para entregarse a diversiones
excitantes e inútiles. No participaba en cosas que hubieran envene-
nado su moralidad y rebajado su tono físico, sino que se adiestró en
el trabajo útil, y esto hasta poder soportar duras pruebas
En su vida terrenal fué Cristo un ejemplo para toda la familia
humana y en el hogar fué obediente y útil. Aprendió el oficio de
carpintero y con sus propias manos trabajó en el pequeño taller de
Nazaret....
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