Página 77 - El Hogar Cristiano (2007)

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La verdadera conversión es necesaria
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espíritu que los esposos han de manifestar el uno para con el otro.
Si aman a Dios en forma suprema, se amarán el uno al otro en el
Señor; siempre se tratarán con cortesía y obrarán en cooperación. En
su abnegación mutua y sacrificio de sí mismos, serán una bendición
el uno para el otro. ...
Ambos necesitáis convertiros. Ni el uno ni el otro tenéis una
idea correcta de lo que significa obedecer a Dios. Estudiad estas
palabras: “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo
no recoge, derrama.” Espero sinceramente que ambos llegaréis a
ser verdaderos hijos de Dios, siervos a quienes él pueda confiar
responsabilidades. Entonces tendréis paz, confianza y fe. Sí, ambos
podéis ser cristianos, felices y consecuentes. Cultivad la agudeza
de percepción, a fin de saber elegir lo bueno y rechazar lo malo.
Estudiad la Palabra de Dios. El Señor Jesús quiere que os salvéis.
Le ha preservado maravillosamente a Vd., hermano mío, para que
su vida resulte útil. Haga con ella todas las buenas obras que pueda.
A menos que sintáis un ferviente deseo de llegar a ser hijos de
Dios, no comprenderéis claramente cómo podéis ayudaros el uno
al otro. Sed siempre tiernos y serviciales el uno para con el otro,
renunciando a vuestros propios deseos y propósitos para haceros
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mutuamente felices. Podéis progresar día tras día en el conocimiento
propio. Día tras día podéis aprender mejor a fortalecer los puntos
débiles de vuestro carácter. El Señor Jesús será vuestra luz, vuestra
fuerza, vuestra corona de regocijo, porque habréis sometido vuestra
voluntad a la suya. ...
Necesitáis tener en vuestro corazón la gracia divina subyugadora.
No codiciéis una vida de comodidad e inactividad. Todos los que
están relacionados con la obra de Dios deben estar constantemente
en guardia contra el egoísmo. Mantened vuestra lámpara aderezada
y ardiendo. Entonces no seréis temerarios en vuestras palabras y
acciones. Ambos seréis felices si procuráis agradaros mutuamente.
Mantened cerradas las ventanas del alma hacia la tierra y abiertas
las que miran hacia el cielo.
Hombres y mujeres pueden alcanzar una norma elevada, si tan
sólo quieren reconocer a Cristo como su Salvador personal. Entre-
gándolo todo a Dios, velad y orad. El saber que lucháis para obtener
la vida eterna os fortalecerá y consolará a ambos. Habéis de ser luces
en el mundo por vuestros pensamientos, palabras y actos. Discipli-