“El obrero es digno de su salario”
103
adelante, que estas decisiones han de ser revisadas. La Palabra dice:
“El obrero es digno de su salario”.
Lucas 10:7
. Cuando se tomen
tales decisiones, voy a protestar en el nombre del Señor. Y voy a
considerar mi deber crear un fondo con el dinero de mi diezmo para
pagar a estas mujeres que están cumpliendo una labor tan esencial
como la de los ministros. Este diezmo será utilizado para la misma
línea de trabajo que realizan los pastores: pescar y cazar almas.
Sé que estas fieles obreras debieran recibir un sueldo en propor-
ción al que reciben los ministros. También ellas tienen una carga
por las almas, y no debiera tratárselas injustamente. Estas hermanas
brindan su tiempo para educar a los nuevos creyentes en la fe, y
deben pagar a las personas que trabajan para ellas. Todas estas cosas
deben hacerse con justicia y en el debido orden. Los lectores de
pruebas reciben su salario en la casa editora; los que hacen labores
domésticas reciben su paga de dos y tres dólares a la semana. Yo
misma y otros tenemos que pagar por esas labores. Sin embargo,
las esposas de los ministros, que cargan con una tremenda respon-
sabilidad y dedican todo su tiempo, no reciben cosa alguna por su
labor.—
Manuscript Releases 12:160 (1898)
.
Carta al capitán Enrique Norman
La mujer debiera recibir un sueldo adecuado a su trabajo
—
Mi hermano en Cristo Jesús: Me siento muy agradecida a mi Padre
celestial porque ha contestado nuestras oraciones en la forma y el
tiempo que él consideró oportuno. A menudo en nuestra experiencia
hemos estado en aprietos, pero el Señor ha respondido nuestras
[111]
oraciones y nos ha bendecido grandemente. Una y otra vez hemos
presentado nuestro caso ante el Señor, luchando con él como lo
hizo Jacob antes de encontrarse con su hermano Esaú. Hace algunos
meses se me dio la indicación de solicitar ayuda a nuestros hermanos
en Norteamérica. El Señor dijo: “Persiste en orar, y persiste en pedir.
Yo me moveré sobre esos corazones y los medios que he dispuesto
llegarán”. Desde que recibí esta comunicación del Señor no he
sentido desconfianza. Me he despertado durante las noches con
estas palabra en mis labios: del Señor es la plata y el oro, y no nos
abandonará en esta emergencia.