Página 256 - Hijas De Dios (1999)

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Hijas De Dios
cuesta sostener nuestras propias familias de acuerdo al número de
miembros de las mismas. Que aquellos que tienen que ver con las
finanzas, sigan la regla de no mirar cada uno a lo suyo propio sino
cada cual también a lo de los otros. Practiquemos la regla de oro y
hagamos a los demás lo que nos gustaría que se hiciera con nosotros
en las mismas circunstancias.
Las raíces del egoísmo se afirman dondequiera se les dé la po-
sibilidad. Pero nosotros queremos cortar y exterminar cada raíz de
egoísmo.
Si alguien es llamado a trabajar en un territorio que está privado
de muchas cosas, y ese llamado proviene de una decisión de la
Asociación, que la misma Asociación se encargue de proveer las
cosas necesarias para que ese mensajero de Dios pueda vivir tan
confortablemente como los demás obreros de esa Asociación en sus
diversas localidades. El Señor bendecirá esas expresiones de amor
fraternal con aquellos que deben trabajar en lugares difíciles.
Sin embargo, no se ha manifestado el tierno cuidado y meditada
consideración que debiera haberse seguido en estos casos. Si aque-
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llos que tienen que tomar estas decisiones, dejaran que los rayos del
Sol de justicia brillaran plenamente en sus corazones, abrirían las
ventanas del cielo para difundir la luz a otros en todas las formas
posibles.
Su propuesta de ayudar a los estudiantes a obtener su educación
debe ser puesta en práctica. Pero permítame preguntarle: ¿No sería
mejor actuar sin egoísmo y crear un fondo para usar en esas ocasio-
nes? Cuando se ve a un joven o una señorita que prometen, podemos
adelantarles la suma necesitada, no como una donación, sino como
un préstamo. Creo que sería mejor hacerlo de esa manera. Entonces,
cuando ellos estén en condiciones de devolverlo, podremos ayudar
a otros. Pero ese dinero no debe salir del diezmo, sino de un fondo
especialmente definido para ese propósito.
Este plan despertará una caridad y generosidad saludables y
patriotismo en nuestro pueblo. Todos los departamentos de la causa
de Dios deben ser administrados con cuidadosa consideración y
habilidoso ajuste. Pero no deben hacerse planes magros y tacaños
en lo que se refiere a sostener a los obreros en el ministerio, porque
entonces la tesorería pronto estará vacía.