Página 263 - Hijas De Dios (1999)

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Cartas de Elena G. de White referidas a las condiciones de su esposo
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Antes de su enfermedad, Jaime White era un líder dinámico y
enérgico; después, experimentó serios cambios en su personalidad
que lo transformaron en un hombre suspicaz y demandante, aunque
a veces parecía volver a su forma anterior de ser. Tal fue la situación
que Elena G. de White estaba enfrentando cuando escribió estas
cuatro cartas.
En ocasiones, el pastor White, por no medir sus palabras, se
expresaba con mucha dureza. En su autobiografía, refiriendose a
alguien que lo había criticado, dijo lo siguiente:
“Ver a un hombre tosco, duro, que no posee más ternura que
la de un cocodrilo, y tan destituido de entrenamiento moral y reli-
gioso como una hiena, derramando lágrimas hipócritas sólo para
causar efecto, es bastante para causar risa al santo más serio”.—
Life
Incidents, 115-116 (1868)
.
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La personalidad enérgica del pastor White fue una ayuda valiosa
en los años formativos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Con
las visiones de su esposa que constantemente lo desafiaban, el pastor
White comenzó la obra de publicaciones, construyó instituciones,
promovió la organización de la Iglesia, y alimentó el rebaño. Además
de esto, sirvió como presidente de la Asociación General por diez
años
Sin embargo, cuando esa fuerte personalidad alterada por una se-
rie de derrames se tornó contra su familia—incluyendo a su esposa—
y sus asociados, la paciencia y la fuerza de voluntad de Elena G.
de White parecieron distenderse hasta el límite. Alguien que lee
solamente estas cuatro cartas, podría tener un cuadro distorsionado
de la relación entre Jaime y Elena G. de White. Se debe mantener
en mente otras declaraciones como la que sigue, que fue escrita por
Jaime White acerca de su esposa:
“El matrimonio marca un punto importante en la vida de los
hombres. En las palabras del sabio, “El que halla esposa halla el bien,
y alcanza la benevolencia de Jehová”.
Proverbios 18:22
... Nosotros
nos casamos el 30 de agosto de 1846, y desde entonces hasta el
presente ella ha sido mi corona de gozo”.—
Life Sketches of Ellen
G. White, 125-126 (1880)
.
A veces, en medio de su enfermedad, Jaime White compren-
día que sus acciones no habían estado en armonía con sus buenas