Página 266 - Hijas De Dios (1999)

Basic HTML Version

262
Hijas De Dios
Ahora estoy alegre y feliz. Mis nervios se están calmando, mi
sueño es dulce y mi salud es buena. Espero no haberte escrito cosas
fuera de lugar; pero no son nada más que mis sentimientos, y nadie
sabe estas cosas sino tú.
Que el Señor me ayude a sentir y hacer lo que es correcto. Si
las cosas fueran diferentes, sentiría que es mi deber asistir a los
[288]
congresos. Pero como están las cosas, no siento que sea mi deber.
Dios me está bendiciendo en mi trabajo. Si Dios me muestra en
un sueño o de alguna otra manera una nueva dirección, seguiré
alegremente esa luz, porque Dios es el que vive y reina. Siempre
responderé a sus reclamos y trataré de hacer su voluntad.—Carta 64,
Mayo 10, 1876.
Segunda carta
Querida Hna. Lucinda,
Desearía que me escribieras más a menudo con noticias. He
decidido permanecer aquí, y no asistir a ninguno de los congresos.
No me atrevo a ir al este sin la seguridad de que Dios me está
dirigiendo. Estoy plenamente decidida a ir si la luz brilla en mi
camino. Pero el Señor sabe lo que es mejor para mí, para Jaime,
y para su causa. Mi esposo está feliz ahora, ¡bendita noticia! Si
supiera que esa felicidad le va a durar, estoy dispuesta a permanecer
aquí. Si mi presencia es perjudicial para su felicidad, que Dios no
permita que me interponga en su camino. Yo haré mi obra bajo la
dirección de Dios, y él puede hacer su obra bajo la dirección de Dios.
No nos vamos a interponer en el camino del otro. Mi corazón está
decidido, confiando en Dios; esperaré para saber si Dios abre un
camino delante de mí.
No creo que mi esposo realmente desea mi compañía. Segura-
mente estaría feliz si asisto a los congresos, pero él tiene tal concepto
de mí, como me lo ha expresado de tiempo en tiempo, que yo misma
no me siento feliz en su presencia. Y no podré hasta que él vea las
cosas de manera diferente. En gran medida me culpa de su infeli-
cidad, cuando él mismo se la ha acarreado por su falta de dominio
propio. No puedo estar en armonía con él hasta que las cosas cam-
bien. Me ha dicho demasiadas cosas como para poder ahora orar
y trabajar juntos. Creo que mi deber es no colocarme a mí misma