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La Historia de la Redención
hombres se consagraron a Dios y con gran solemnidad y reverencia
acompañaron a los sacerdotes que llevaban el arca. “Y llevaron el
arca de Jehová, y el tabernáculo de reunión, y todos los utensilios
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sagrados que estaban en el tabernáculo, los cuales llevaban los sa-
cerdotes y levitas. Y el rey Salomón, y toda la congregación de
Israel que se había reunido con él, estaban con él delante del arca,
sacrificando ovejas y bueyes, que por la multitud no se podían contar
ni numerar”.
Salomón siguió el ejemplo de su padre David. Cada vez que
daba seis pasos ofrecía un sacrificio. Con cantos, música y gran
ceremonia “los sacerdotes metieron el arca del pacto de Jehová en
su lugar, en el santuario de la casa, en el lugar santísimo, debajo de
las alas de los querubines. Porque los querubines tenían extendidas
las alas sobre el lugar del arca, y así cubrían los querubines el arca y
sus varas por encima”.
Habían edificado un santuario sumamente espléndido, de acuer-
do con el modelo que se le mostró a Moisés en el monte y que más
tarde el Señor le presentó a David. El santuario terrenal fue hecho
de acuerdo con el celestial. Además de los querubines ubicados
sobre la cubierta del arca, Salomón hizo dos ángeles más de gran
tamaño, de pie en cada extremo del arca, para representar a los án-
geles celestiales que siempre protegen la ley de Dios. Es imposible
describir la belleza y el esplendor de este templo. Allí, tal como
en el tabernáculo, se llevó el arca sagrada con orden, reverencia y
solemnidad, y se la ubicó en su sitio entre las alas de los dos grandes
querubines que estaban de pie sobre el piso.
El coro sagrado unió sus voces a la de toda clase de instrumen-
tos músicos para alabar a Dios. Y mientras las voces en perfecto
acuerdo con los instrumentos de música resonaban por el templo y
se extendían por el aire hacia Jerusalén, la nube de la gloria de Dios
tomó posesión de la casa como había ocurrido anteriormente con el
tabernáculo. “Y cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube
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llenó la casa de Jehová. Y los sacerdotes no pudieron permanecer
para ministrar por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había
llenado la casa de Jehová”.
El rey Salomón se puso de pie sobre una plataforma de bronce
ubicada delante del altar y bendijo al pueblo. Enseguida se arrodilló
y con las manos extendidas hacia el cielo elevó una ferviente y