Autodisciplina
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su lado hay un Testigo, un Mensajero celestial que es su amparo
y fortaleza. Puede escapar a ella y encontrar seguridad. Pero una
palabra de represalia destruirá su propia paz y su confianza en Dios.
¿A quién se dañó? A sí mismo. ¿Quién fue el agraviado y herido?
El Espíritu Santo de Dios.
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“En toda ocasión ármese y equípese con un ‘Escrito está’. Dios
es su armadura a su mano derecha y a su izquierda. Puede que una
multitud de palabras apresuradas busquen su expresión, pero dígase
‘No, no. No colocaré mis pies en el terreno de Satanás. No sacrificaré
mi paz y honor como hijo de Dios. Me mantendré en el sendero
seguro, bien cerca de Jesús, quien ha hecho tanto por mí...’
“No se sorprenda cuando se realicen grandes cambios. No se
maraville si hombres que se han considerado a sí mismos capaces de
manejar la conciencia de sus semejantes, y de controlar las mentes y
talentos que Dios les ha dado, apostatan para no andar más con los
que creen en la verdad. La verdad exigió demasiado de ellos. Cuan-
do se dan cuenta que deben morir al yo, y practicar los principios
de abnegación, se sienten incómodos porque no pueden gratificar
sus deseos ambiciosos de dominar a otros hombres. Aparecerán
sus caracteres verdaderos. Se producirá el total naufragio de su fe.
‘Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros’, dijo Juan (
1 Juan
2:19
), y así será nuevamente.
“Aférrese a la verdad, la verdad preciosa y santificadora. Enton-
ces estará en la mejor compañía, y las mismas inteligencias celestia-
les estarán contemplando su curso de acción. Usted será un espec-
táculo al mundo, los ángeles y los hombres. Bajo la provocación, su
obra será mantener la fe y la buena conciencia. ‘Manteniendo la fe y
buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe
algunos’”.
1 Timoteo 1:19
;
Carta 17, 1897
, (7 de abril de 1897).
El dominio propio viene primero
—“Los que controlan a otros
deberían aprender primero a controlarse a sí mismos. A menos que
aprendan esta lección, no podrán ser semejantes a Cristo en su obra.
Deben morar en Cristo, hablar como él hablaría, actuar como él
actuaría, y mostrar una compasión y una bondad que no fallen”.—
Advent Review and Sabbath Herald, 28 de abril de 1903
.
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