Página 87 - Liderazgo Cristiano (2003)

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No controlar las mentes
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pudiera depender, pero que no lo son, porque se los ha educado
para que ejecuten los planes de los demás. Han permitido que otros
les dijeran exactamente lo que debían hacer, y han empequeñeci-
do su intelecto. Su mente es estrecha y no pueden comprender las
necesidades de la obra. Son simples máquinas que deben ser impul-
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sadas por el pensamiento de otro hombre”.—
Testimonios para los
Ministros, 303
.
“Hermanos, no dependan del presidente de su Asociación o
del de la Asociación General para que piense por ustedes. Dios
ha dado ‘a cada hombre su obra’. Ver
Marcos 13:34
. Cuando los
hombres miran al presidente de la Asociación como su ayudador en
todas sus dificultades, el portador de sus cargas, el consejero en sus
perplejidades, están haciendo lo contrario de lo que Cristo les ha
instruido”.—
Manuscrito 11, 1883, p. 1
.
Dios está dispuesto a enseñar a otros
—“La idea de que la
mente y el juicio de un hombre puede modelar y dirigir intereses
importantes, y que puede ser considerado como una voz para el
pueblo, es un gran mal, que ha puesto y continúa poniendo en peligro
a la persona colocada en posición de responsabilidad, y también a
quienes cooperan con él.
“Dios no ha dado a un solo hombre toda la sabiduría, y la sabi-
duría no morirá con él. Los que ocupan cargos de confianza deben
considerar modestamente las opiniones de los demás como dignas
de respeto y probablemente tan correctas como la suya propia. Debe-
rían recordar que Dios ha hecho a otros hombres tan valiosos como
a ellos mismos, y que Dios está dispuesto a enseñar y guiar a esos
hombres”.
Manuscrito 55, 1897
, (3 de junio de 1897, “El desarrollo
de los obreros”).
Reconocer que otros también tienen juicio
—“Se me ha mos-
trado que hay una práctica que deberían evitar quienes están en
puestos de responsabilidad, porque es perjudicial para la obra de
Dios. Los hombres que ocupan cargos no deben enseñorearse sobre
la heredad de Dios y mandar en todo lo que los rodea. Muchos han
marcado una pauta que desean que los demás sigan en la obra. Los
obreros han tratado de seguirla con fe ciega, sin ejercer su propio
juicio en asuntos que tenían a mano. Si los que fueron nombrados
como directores no estaban presentes, de todos modos siguieron im-
plícitamente sus indicaciones. Pero, en el nombre de Cristo, yo les