Página 99 - Liderazgo Cristiano (2003)

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Reuniones de junta
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Alimentación y toma de decisiones
—“Sentados ante mesas
abundantemente cargadas, ciertos hombres comen a menudo mucho
más de lo que pueden digerir fácilmente. El estómago recargado no
puede hacer debidamente su trabajo. El resultado es una sensación
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desagradable de embotamiento del cerebro, y el espíritu no actúa
prestamente. Las combinaciones impropias de alimentos crean dis-
turbios; se inicia la fermentación; la sangre queda contaminada y el
cerebro se confunde.
“El hábito de comer en exceso, o de comer demasiadas clases
de alimentos en una comida, causa con frecuencia dispepsia. Se
ocasiona así un grave daño a los delicados órganos digestivos. El
estómago protesta en vano y suplica al cerebro que razone de causa a
efecto. La excesiva cantidad de alimento ingerido, o la combinación
impropia, hace su obra perjudicial. En vano dan su advertencia las
prevenciones desagradables. El sufrimiento es la consecuencia. La
enfermedad reemplaza a la salud.
“Puede ser que algunos pregunten: ‘¿Qué tiene que ver esto
con las reuniones de junta?’ Muchísimo. Los efectos de comer en
forma errónea penetran en las reuniones de concilios y de junta. El
cerebro queda afectado por la condición del estómago. Un estómago
desordenado produce un estado mental desordenado e incierto. Un
estómago enfermo produce una condición enfermiza del cerebro, y
con frecuencia le induce a uno a sostener con terquedad opiniones
erróneas. La supuesta sabiduría de una persona tal es insensatez para
Dios.
“Presento esto como la causa de la situación creada en muchas
reuniones de concilio y de junta en las cuales ciertas cuestiones
que requerían estudio cuidadoso recibieron poca consideración, y
se tomaron apresuradamente decisiones de la mayor importancia.
Con frecuencia, cuando debiera haberse tenido unanimidad en la
afirmativa, ciertas negativas resueltas cambiaron por completo la
atmósfera que reinaba en una reunión. Estos resultados se me han
presentado vez tras vez. Expongo estos asuntos ahora, porque se me
ha indicado que diga a mis hermanos en el ministerio: ‘Por la intem-
perancia en el comer se incapacitan para ver claramente la diferencia
entre el fuego sagrado y el común. Y por esta intemperancia revelan
también su desprecio hacia las advertencias que el Señor les ha da-
do’. La palabra que él les dirige es: ‘¿Quién hay entre vosotros que