Página 247 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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Capítulo 41—Bendiciones que retornan
La ley de la acción y la reacción
—La sabiduría divina ha re-
calcado, en el plan de salvación, la ley de la acción y la reacción, la
cual hace doblemente bendita la obra de beneficencia en todas sus
manifestaciones. El que da a los menesterosos beneficia a los demás,
y se beneficia a sí mismo en un grado aún mayor. Dios podría haber
alcanzado su objeto en la salvación de los pecadores sin la ayuda
del hombre. Pero él sabía que éste no podría ser feliz sin desempe-
ñar en la gran obra una parte en la cual cultivara la abnegación y
benevolencia.
Para que el hombre no perdiese los bienaventurados resultados
de la benevolencia, nuestro Redentor ideó el plan de alistarlo como
colaborador suyo.—
Joyas de los Testimonios 1:360, 361
.
Sólo cuando nos entregamos a Dios para que nos emplee en el
servicio de la humanidad, nos hacemos partícipes de su gloria y
carácter.
Nadie puede dejar que por su vida y su corazón fluya hacia los
demás el río de bendiciones celestiales sin recibir para sí mismo una
rica recompensa.—
El Discurso Maestro de Jesucristo, 69
.
Desarrollamos nuestro carácter ayudando a otros
—Haciendo
las obras de Cristo, ministrando como él lo hizo a los dolientes y
afligidos, hemos de desarrollar un carácter cristiano. Por nuestro
bien Dios nos ha llamado para practicar la abnegación por amor a
Cristo, para llevar la cruz, para trabajar y sacrificarnos tratando de
salvar a los que están perdidos. Este es el método del Señor para
refinar y purificar la materia vil, para que los preciosos rasgos de
carácter que tuvo Cristo Jesús, puedan manifestarse en los creyentes.
... Por la gracia de Cristo, nuestros esfuerzos para bendecir a otros
no sólo son los medios para nuestro crecimiento en gracia, sino que
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acrecentarán nuestra futura felicidad eterna. A aquellos que hayan
sido colaboradores con Cristo les será dicho: “Bien, buen siervo y
fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el
gozo de tu Señor”.—
The Review and Herald, 27 de junio de 1893
.
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