Página 31 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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Isaías 58: un precepto divino
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clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo,
el extender el dedo, y hablar vanidad; y si derramares tu alma al
hambriento, y saciares el alma afligida, en las tinieblas nacerá tu
luz, y tu oscuridad será como el mediodía; y Jehová te pastoreará
siempre, y en las sequías hartará tu alma, y engordará tus huesos; y
serás como huerta de riego, y como manadero de aguas, cuyas aguas
nunca faltan”.
Esta es la obra especial que ahora está delante de nosotros.
Todas nuestras oraciones y ayunos no valdrán nada a menos que
resolvamos asirnos de esta obra. Sobre nosotros descansan sagradas
obligaciones. Nuestro deber está claramente establecido. El Señor
nos ha hablado por medio de su profeta. Los pensamientos del Señor
y sus caminos no son los que los egoístas y ciegos mortales creen o
desean que sean. El Señor escudriña el corazón. Si el egoísmo mora
allí, él lo sabe. Podemos tratar de ocultar nuestro verdadero carácter
a nuestros hermanos y hermanas, pero Dios lo conoce. Nada puede
esconderse de él.
Se describe el ayuno que Dios acepta. Es el compartir nuestro
pan con el hambriento y a los pobres errantes traerlos a casa. No
esperar que ellos vengan hacia nosotros. Prosiguen incansablemente
en vuestra búsqueda y os suplican que les proporcionéis un hogar.
Vosotros debéis buscarlos y traerlos a vuestro hogar. Debéis extender
vuestra alma tras ellos. Debéis alcanzarlos con una mano y por fe
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sostenerlos con el poderoso brazo que brinda salvación, mientras
con la otra mano del amor rescatáis al oprimido y lo socorréis. Es
imposible asir el brazo de Dios con una mano mientras la otra la
empleáis en satisfacer vuestros propios placeres.
Si os empeñáis en esta obra de misericordia y amor, ¿os resultará
demasiado dura? ¿Podréis fallar y ser aplastados bajo el peso, y
vuestra familia ser privada de vuestro sostén e influencia? ¡Oh,
no! Dios ha quitado cuidadosamente todas las dudas en cuanto
a esto con una promesa a vosotros bajo la condición de vuestra
obediencia. Esta promesa abarca todo lo más exigente que se pueda
pedir. “Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se dejará
ver presto”. Solamente creed que es fiel el que lo ha prometido.
Dios puede renovar la fuerza física. Más aún, lo dijo y lo hará. Y su
promesa no termina ahí. “E irá tu justicia delante de ti, y la gloria de
Jehová será tu retaguardia”. Dios edificará una fortaleza alrededor de