Página 54 - El Ministerio de la Bondad (1977)

Basic HTML Version

50
El Ministerio de la Bondad
Este fué el medio por el que la iglesia cristiana fué establecida.
Cristo primero eligió a unas pocas personas y las invitó a seguirlo.
Entonces ellas fueron en busca de sus parientes y conocidos y los
trajeron a Cristo. Este es el método con el que debemos trabajar.
Unas pocas almas ganadas y plenamente establecidas en la verdad,
como los primeros discípulos, trabajarán para otros.—
The Review
and Herald, 8 de diciembre de 1885
.
El divino ejemplo en el evangelismo personal
—Jesús llegó al
contacto personal con los hombres. El no se mantenía alejado y
apartado de los que necesitaban su ayuda. Entró en los hogares de
los hombres, confortando al doliente, sanando al enfermo, elevando
al despreciado, yendo aquí y allá haciendo el bien. Y si nosotros
seguimos en las pisadas de Jesús, debemos hacer lo que él hizo.
Debemos dar a los hombres la misma clase de ayuda que él les
dió.—
The Review and Herald, 24 de abril de 1888
.
Lo más importante no es la predicación sino el trabajo hecho de
casa en casa, razonando y explicando la Palabra. Serán los obreros
que sigan los métodos que siguió Cristo los que ganarán almas como
salario.—
Obreros Evangélicos, 483
.
El Señor desea que su palabra de gracia penetre en toda alma.
En gran medida esto debe realizarse mediante un trabajo personal.
Este fué el método de Cristo. Su obra se realizaba mayormente por
medio de entrevistas personales. Dispensaba una fiel consideración
al auditorio de una sola alma. Por medio de esa sola alma a menudo
[65]
el mensaje se extendía a millares.—
Lecciones Prácticas del Gran
Maestro, 210
.
Los doce enviados a trabajar de casa en casa
—En esta pri-
mera gira, los discípulos debían ir solamente a donde Jesús había
estado antes y había conquistado amigos. ... No debían permitir
que cosa alguna distrajese su atención de su gran obra, despertase
oposición o cerrase la puerta a labores ulteriores. No debían adoptar
la indumentaria de los maestros religiosos ni usar atavío alguno que
los distinguiese de los humildes campesinos. No debían entrar en las
sinagogas y convocar a las gentes a cultos públicos; sus esfuerzos
debían limitarse al trabajo de casa en casa. ... Debían entrar en la
morada con el hermoso saludo: “Paz sea a esta casa”. Ese hogar iba
a ser bendecido por sus oraciones, sus cantos de alabanza y la pre-