Página 307 - El Ministerio de Curacion (1959)

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Peligro que entraña el conocimiento especulativo
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en lo antiguo pretendieron tratar sin miramientos lo que Dios había
declarado sagrado. Cuando los israelitas se atrevieron a abrir el arca
que les fuera devuelta del país de los filisteos, su irreverencia fué
castigada de un modo notable.
Considérese también el juicio que cayó sobre Uzza. Al ser lle-
vada el arca a Jerusalén durante el reinado de David, Uzza alargó
la mano para sostenerla. Su presunción de tocar al símbolo de la
presencia de Dios fué castigada con una muerte instantánea.
En el incidente de la zarza ardiente, cuando Moisés, no recono-
ciendo la presencia de Dios, se volvía para contemplar tan maravi-
lloso espectáculo, le fué ordenado:
“No te llegues acá: quita tus zapatos de tus pies, porque el lugar
en que tú estás, tierra santa es. ... Entonces Moisés cubrió su rostro,
porque tuvo miedo de mirar a Dios.”
Éxodo 3:5, 6
.
“Y salió Jacob de Beerseba, y fué a Harán; y encontró con un
lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las
piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y acostóse en aquel
lugar.
“Y soñó, y he aquí una escala que estaba apoyada en tierra, y su
cabeza tocaba en el cielo: y he aquí ángeles de Dios que subían y
descendían por ella. Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el
cual dijo:
“Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac:
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la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu simiente. ... Y he
aquí, yo soy contigo, y te guardaré por donde quiera que fueres, y te
volveré a esta tierra; porque no te dejaré hasta tanto que haya hecho
lo que te he dicho.
“Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está
en este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible
es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo.”
Génesis 28:10-17
.
En el santuario del tabernáculo construído en el desierto y en el
del templo, que eran símbolos terrenales de la morada de Dios, había
un lugar sagrado para su presencia. El velo adornado de querubines
a su entrada sólo debía ser alzado por una mano. Alzar aquel velo,
y entrar sin invitación en el sagrado misterio del lugar santísimo,
acarreaba la muerte, pues sobre el propiciatorio descansaba la gloria
del Santo de los santos, a la que nadie podía mirar y sobrevivir. En