Un poder vivificador y purificante, 17 de julio
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto
dentro de mí.
Salmos 51:10
.
El Señor purifica el corazón de la misma manera como nosotros ventila-
mos una habitación. No cerramos las puertas y las ventanas e introduceme
alguna sustancia purificadora en ella; sino que las abrimos ampliamente
y dejamos que entre la atmósfera purificadora del cielo... Las ventanas
del impulso, del sentimiento, deben abrirse hacia el cielo, y el polvo del
egoísmo y de lo terreno debe ser expulsado. La gracia de Dios debe invadir
las cámaras de la mente, la imaginación debe contemplar temas celestiales,
y todo factor de la naturaleza debe ser purificado y vitalizado por el Espíritu
de Dios.—
Hijos e Hijas de Dios, 109
.
El que vive conforme a los principios de la religión bíblica, no será
hallado débil en poder moral. Bajo la influencia ennoblecedora del Espí-
ritu Santo, los gustos e inclinaciones se volverán puros y santos. Nada se
posesiona tan fuertemente de los afectos, nada penetra tan hondamente en
los motivos más profundos de la acción, nada ejerce tan potente influencia
sobre la vida, ni da tan grande firmeza y estabilidad al carácter como la
religión de Cristo. Impulsa a su seguidor siempre hacia arriba, inspirándole
nobles propósitos, enseñándole dignidad de porte e impartiendo conveniente
dignidad a toda nación.—
Obreros Evangélicos, 133, 134
.
La iglesia es el objeto del más tierno amor y cuidado de Dios. Si los
miembros se lo permiten, revelará su carácter por medio de ellos. El les
dice: “Vosotros sois la luz del mundo”.
Mateo 5:14
. Los que caminan y
conversan con Dios practican la mansedumbre de Cristo. En sus vidas, la
paciencia, la mansedumbre y el dominio propio están unidos al santo fervor
y a la diligencia. A medida que avanzan hacia el cielo, se borran los rasgos
duros de su carácter y se deja ver la santidad. El Santo Espíritu, lleno de
gracia y poder, obra en la mente y el corazón.—
En Lugares Celestiales,
285
.
El corazón en el cual Cristo hace su morada será vivificado, purificado,
guiado y gobernado por el Espíritu Santo, y el agente humano hará enérgicos
esfuerzos para poner su carácter en armonía con Dios. Evitará todo lo que
sea contrario a la voluntad revelada y a la opinión de Dios.—
Sons and
Daughters of God, 98
.
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