Para todos los que creen, 19 de julio
Dios os ha... escogido desde el principio para salvación, mediante la
santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.
2 Tesalonicenses 2:13
.
En este pasaje se nos revelan los dos agentes de la obra de la salvación:
la influencia divina, y la fe viva y fuerte de los que siguen a Cristo. Por la
santificación del espíritu y por creer en la verdad, llegamos a ser colabora-
dores con Dios. Cristo espera la cooperación de su iglesia... La sangre de
Jesucristo, el Espíritu Santo, la Palabra divina están a nuestra disposición.
El objeto de todas estas provisiones del cielo está delante de nosotros: la
salvación de las almas por quienes Cristo murió; y depende de nosotros que
echemos mano de las promesas que Dios ha dado, para que lleguemos a ser
colaboradores juntamente con él. Las agencias divinas y humanas deben
cooperar en la obra...
Cristo crucificado por nuestros pecados, Cristo resucitado de los muer-
tos, Cristo ascendido al cielo como nuestro intercesor, tal es la ciencia
de la salvación que necesitamos aprender y enseñar.—
Consejos para los
Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 21, 22
.
Es propósito de Dios que su pueblo sea un pueblo santificado, purificado
y santo, que comunique luz a cuantos le rodean. Es su propósito que, al
ejemplificar la verdad en su vida, le alabe en el mundo. La gracia de Cristo
basta para realizar esto.—
Joyas de los Testimonios 3:205
.
No tiene límite la utilidad de quien, poniendo el yo a un lado, da lugar
a la obra del Espíritu Santo en su corazón y lleva una vida dedicada por
completo a Dios. Todo aquel que consagra su cuerpo, su alma y su espíritu
al servicio de Dios recibirá continuamente nuevo caudal de poder físico,
mental y espiritual. Las inagotables reservas del cielo están a su disposición.
Cristo le anima con el soplo de su propio Espíritu, y le infunde la vida
de su propia vida. El Espíritu Santo hace obrar sus mayores energías en
la mente y en el corazón. Mediante la gracia que se nos otorga podemos
alcanzar victorias que nos parecían imposibles por causa de nuestros errores,
nuestros preconceptos, las deficiencias de nuestro carácter y nuestra escasa
fe.—
El Ministerio de Curación, 116, 117
.
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