Página 220 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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Produce armonía, 21 de julio
No ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer
en mi por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh
Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para
que el mundo crea que tú me enviaste.
Juan 17:20, 21
.
Después del derramamiento del Espíritu Santo, los discípulos salieron
para proclamar al Salvador resucitado, poseídos del único deseo de salvar
almas. Se regocijaban en la dulzura de la comunión con los santos. Eran
afectuosos, atentos, abnegados, dispuestos a hacer cualquier sacrificio en fa-
vor de la verdad. En sus relaciones cotidianas unos con otros, manifestaban
el amor que Cristo les había ordenado revelar...
La armonía y la unión existente entre hombres de diversas tendencias es
el testimonio más poderoso que pueda darse de que Dios envió a su Hijo al
mundo para salvar a los pecadores. A nosotros nos toca dar este testimonio;
pero para hacerlo, debemos colocarnos bajo las órdenes de Cristo; nuestro
carácter debe armonizar con el suyo, nuestra voluntad debe rendirse a la
suya.—
Joyas de los Testimonios 3:244-246
.
Tenemos la misma fe, somos miembros de una misma familia, somos
todos hijos de un mismo Padre, y tenemos todos la misma esperanza bendita
de la inmortalidad. ¡Cuán tiernos y estrechos debieran ser los vínculos que
nos unen! La gente del mundo nos observa para ver si nuestra fe ejerce una
influencia santificadora sobre nuestros corazones. Prestamente discierne
todo defecto de nuestra vida y toda inconsecuencia de nuestras acciones.
No le demos ocasión alguna de echar oprobio sobre nuestra fe...
Cuando uno se detiene en las pequeñas divergencias, se ve llevado a
cometer actos que destruyen la fraternidad cristiana. No permitamos que el
enemigo obtenga en esta forma la ventaja sobre nosotros. Mantengámonos
siempre más cerca de Dios y más cerca unos de otros... El corazón del
Salvador anhela que sus discípulos cumplan el plan de Dios en toda su
altura y toda su profundidad. Deben estar unidos en él, aunque se hallen
dispersos en el mundo.—
Ibid. 246, 247
.
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