Más que vencedores, 29 de septiembre
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o
persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?... Antes, en
todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que
nos amó.
Romanos 8:35, 37
.
Los siervos de Dios no reciben honores ni reconocimiento del mundo.
Esteban fue apedreado porque predicaba a Cristo y Cristo crucificado. Pablo
fue encarcelado, azotado, apedreado y finalmente muerto, porque era un fiel
mensajero de Dios a los gentiles. El apóstol Juan fue desterrado a la isla de
Patmos, “por la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo”.
Apocalipsis
1:9
. Estos ejemplos humanos de constancia en la fuerza del poder divino,
son para el mundo un testimonio de la fidelidad de Dios a sus promesas, de
su constante presencia y gracia sostenedora.—
Obreros Evangélicos, 18
.
Jesús no presentó a sus seguidores la esperanza de alcanzar gloria y
riquezas terrenas ni de vivir una vida libre de pruebas. Al contrario, los
llamó a seguirle en el camino de la abnegación y el vituperio. El que vino
para redimir al mundo fue resistido por las fuerzas unidas del mal...
En todas las épocas Satanás persiguió al pueblo de Dios. Torturó a sus
hijos y los entregó a muerte, pero en su muerte llegaron a ser vencedores.
Testificaron del poder de Uno que es más fuerte que Satanás. Hombres
perversos pueden torturar y matar el cuerpo, pero no pueden destruir la
vida que está escondida con Cristo en Dios. Pueden encerrar a hombres
y mujeres dentro de las paredes de una cárcel, pero no pueden amarrar el
espíritu.
En medio de la prueba y la persecución, la gloria—el carácter—de Dios
se revela en sus escogidos. Los creyentes en Cristo, odiados y perseguidos
por el mundo, son educados y disciplinados en la escuela del Señor. En
la tierra andan por caminos angostos; son purificados en el horno de la
aflicción. Siguen a Cristo en medio de penosos conflictos; soportan la
abnegación y experimentan amargos chascos; pero así aprenden lo que es
la culpa y miseria del pecado, y llegan a mirarlo con aborrecimiento. Al ser
participantes de los sufrimientos de Cristo, pueden ver la gloria más allá de
las tinieblas.—
Los Hechos de los Apóstoles, 460, 461
.
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