Página 334 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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“No de vosotros”, 7 de noviembre
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios.
Efesios 2:8
.
El apóstol deseaba que aquellos a quienes estaba escribiendo recordaran
que debían revelar en sus vidas el glorioso cambio producido en ellos por la
gracia transformadora de Cristo. Debían ser luces en el mundo, ejerciendo
una influencia contraria a la de los instrumentos satánicos por medio de sus
caracteres purificados y santificados. Siempre debían recordar las palabras:
“No de vosotros”. Ellos no podían cambiar su propio corazón. Y cuando
mediante sus esfuerzos las almas fueran conducidas de las filas de Satanás
para decidirse por Cristo, no debían pretender ninguna participación en la
transformación producida.—
The Review and Herald, 10 de mayo de 1906
.
Dios llama a todos los que quieran venir y beber de las aguas de vida
gratuitamente. El poder de Dios es el supremo factor de eficiencia en la
gran obra de obtener la victoria sobre el mundo, el diablo y la carne. Está de
acuerdo con el plan divino que sigamos cada rayo de luz dado por Dios. El
hombre no puede llevar a cabo nada sin Dios, y Dios ha trazado su plan de
tal manera que no va a llevar a cabo nada en lo que se refiere a la restauración
de la raza humana sin la cooperación de lo humano con lo divino. La parte
que se requiere que el hombre realice es inconmensurablemente pequeña,
no obstante, en el plan de Dios es justamente la parte necesaria para que la
obra alcance el buen éxito.—
Manuscrito 113, 1898
.
El gran cambio que se observa en la vida del pecador después de la
conversión no es producido por ninguna bondad humana...
El que es rico en misericordia nos ha impartido su gracia. Que la
alabanza y la acción de gracias asciendan entonces hacia él, porque ha
llegado a ser nuestro Salvador. Que su amor, al llenar nuestros corazones
y mentes, fluya de nuestras vidas en ricas corrientes de gracia. Cuando
estábamos muertos en delitos y pecados, nos vivificó para vida espiritual.
Trajo gracia y perdón, y llenó el alma de vida nueva. De este modo el
pecador pasa de la muerte a la vida. Asume sus nuevos deberes en el
servicio de Cristo. Su vida llega a ser real y fuerte, llena de buenas obras.
“Porque yo vivo—dijo Cristo—también viviréis”.—
The Review and Herald,
10 de mayo de 1906
.
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