Exploración del universo, 26 de diciembre
Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a
cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui
conocido.
1 Corintios 13:12
.
“Ahora vemos oscuramente, como por medio de un espejo”. Vemos la
imagen de Dios reflejada como en un espejo en las obras de la naturaleza y
en su modo de obrar para con los hombres; pero entonces le veremos cara a
cara sin velo que nos lo oculte. Estaremos en su presencia y contemplaremos
la gloria de su rostro.
Los sentimientos de amor y simpatía que el mismo Dios implantó en el
alma, se desahogarán del modo más completo y más dulce. El trato puro
con seres santos, la vida social y armoniosa con los ángeles bienaventurados
y con los fieles de todas las edades que lavaron sus vestiduras y las emblan-
quecieron en la sangre del Cordero, los lazos sagrados que unen a “toda la
familia en los cielos, y en la tierra” (
Efesios 3:15
), todo eso constituye la
dicha de los redimidos.
Allí intelectos inmortales contemplarán con eterno deleite las maravillas
del poder creador, los misterios del amor redentor. Allí no habrá enemigo
cruel y engañador para tentar a que se olvide a Dios. Toda facultad será
desarrollada, toda capacidad aumentada...
Todos los tesoros del universo se ofrecerán al estudio de los redimidos de
Dios. Libres de las cadenas de la mortalidad, se lanzan en incansable vuelo
hacia los lejanos mundos, mundos a los cuales el espectáculo de las miserias
humanas causaba estremecimientos de dolor, y que entonaban cantos de
alegría al tener noticia de un alma redimida... Con visión clara consideran
la magnificencia de la creación: soles y estrellas y sistemas planetarios que
en el orden a ellos asignado circuyen el trono de la Divinidad. El nombre
del Creador se encuentra escrito en todas las cosas, desde las más pequeñas
hasta las más grandes, y en todas ellas se ostenta la riqueza de su poder.
Y a medida que los años de la eternidad transcurran, traerán consigo
revelaciones más ricas y aún más gloriosas respecto de Dios y de Cristo.
Así como el conocimiento es progresivo, así también el amor, la reverencia
y la dicha irán en aumento.—
El Conflicto de los Siglos, 735-737
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