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Mensajes para los Jóvenes
oscuridad, y la luz del cielo brilla a su alrededor. Llega a su amado
hogar en el alto despeñadero, y se siente satisfecha. Atravesando la
oscuridad, llegó a la luz. Le costó un esfuerzo hacerlo, pero ha sido
recompensada logrando el objeto que buscaba.
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Es este el único proceder que podemos seguir como cristianos.
Debemos ejercer esa fe viva que penetra en las nubes que, como
espeso muro, nos separan de la luz del cielo. Tenemos que alcanzar
las alturas de la fe donde todo es paz y gozo en el Espíritu Santo.
Un conflicto que dura toda la vida
¿Han observado alguna vez un halcón que persigue a una tímida
paloma? El instinto ha enseñado a la paloma que, para que el halcón
agarre su presa, debe volar por encima de su víctima. Por eso se eleva
cada vez más en la bóveda celeste, perseguida siempre por el halcón,
que quiere sacarle ventaja. Pero en vano. La paloma está segura
mientras no permite que nada la detenga en su vuelo, o la haga ir
hacia la tierra; pero si vacila una vez y vuela más bajo, su vigilante
enemigo se arrojará sobre ella y la atrapará. Repetidas veces hemos
observado esta escena con interés palpitante, simpatizando con la
palomita. ¡Qué tristeza habríamos sentido al verla caer víctima del
cruel halcón!
Nos espera un conflicto, el conflicto de siempre, con Satanás y
sus seductoras tentaciones. El enemigo usará todo argumento, todo
engaño, para enredar al ser humano; y debemos hacer esfuerzos fer-
vientes, perseverantes, para ganar la corona de la vida. No debemos
deponer la armadura ni dejar el campo de batalla hasta que hayamos
ganado la victoria y podamos triunfar en nuestro Redentor. Mientras
tengamos la mirada fija en el Autor y Consumador de nuestra fe,
estaremos seguros. Pero debemos colocar nuestros afectos en las
cosas de arriba, no en las de la tierra. Por medio de la fe debemos
elevarnos cada vez más en la adquisición de las gracias de Cristo.
Contemplando diariamente sus incomparables encantos, debemos
crecer más y más a la semejanza de su imagen gloriosa. Mientras
vivamos así en comunión con el cielo, Satanás nos tenderá en vano
sus redes.—
The Youth’s Instructor, 12 de mayo de 1898
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